Rafael Canogar y el control de la forma

Pintura. Rafael Canogar.

Gacma. Málaga. C/ Fidias, 48-50. Hasta el 13 de julio de 2005.

Después de casi tres lustros vuelve Rafael Canogar (Toledo, 1935) a hacer una exposición individual en Málaga, ahora con una propuesta muy diferente a la mostrada entonces, un tiempo en el que estaba finalizando su serie de cabezas en homenaje a Julio González y estaba precisamente a un Rafael Canogar. "Bisel".paso del nuevo planteamiento formal y estético que ofrece estos días en la galería Gacma. Porque una de las características más sobresalientes de la evolución plástica de Canogar, no suficientemente entendida por determinados críticos y galeristas, ha sido la renovación completa de su vocabulario y de su sintaxis, los periódicos giros copernicanos de una trayectoria que, en cualquier caso, ha estado siempre comprometida con la práctica del arte y con la creación del objeto plástico.  A pesar de la dimensión ética de su obra, pues la suya, como la de tantos artistas de su generación, ha sido también siempre una obra hondamente comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir, con la realidad social y con las transformaciones del presente. De ahí, sin duda, sus, en apariencia, desconcertantes cambios formales, porque el tiempo de la historia no se detiene y la sociedad siempre está en permanente transformación. Si el creador no está desconectado de ella, como es el caso de Canogar, no tiene más remedio que tomarle el pulso, y eso termina reflejándose en su obra.

Primero fue el violento gesto informalista, desde la segunda mitad de los cincuenta hasta 1964, un periodo en gran medida posibilitado por la libertad creadora que le transmitió Vázquez Díaz, aunque Canogar, con una intuición sorprendente en un hombre tan joven, comprendió que aquel gesto, aquella rabiosa pincelada y aquel trazo expresionista, subjetivista, abstracto, eran la mejor forma de clamar por esa parcela de libertad de la que por entonces carecía España. Pero el grupo El Paso al que pertenecía como uno de sus fundadores y él mismo empezaron a ser muy conocidos y a tener una gran proyección internacional, El Paso terminó disolviéndose en 1959 y pronto empezó a ser hora de comprometerse con la realidad de un modo más directo, más cercano a la gente, aunque sin caer nunca en el panfleto. Fue la etapa de su realismo crítico, un periodo que duró hasta la muerte de Franco en 1975 y en el que con una muy española sobriedad colorística y eliminando los rasgos personales de las figuras empezó a narrar escenas cotidianas, no simbólicas, a través de pinturas y relieves que en rigor eran esculto-pinturas. Con partes del cuadro proyectadas fuera del marco, Canogar se refería a una sociedad alienada y explotada, carente de libertad.

La vuelta a la abstracción en 1975 Rafael Canogar. "Truncado".duró hasta aproximadamente 1983, en que inició su particular homenaje al gran escultor Julio González, unas cabezas estructuradas con vigor y en las que de vez en cuando asomaban restos del trazo informal precedente. Desde 1992 la obra de Canogar, y eso es lo que se expone sobre todo en Gacma, se orienta por la senda de la fragmentación, trozos de cristal y de otros materiales que, una vez destruidos, son capaces de generar una nueva forma. Estas «arquitecturas fragmentadas» son también obras metafóricas, pues aluden a la atomización y fragmentación de la sociedad contemporánea, a pesar de las tendencias centrípetas de la globalización. Asimismo, resulta evidente la referencia a dos constantes en la actividad del hombre sobre su entorno: la destrucción y la construcción, la posibilidad de construir a partir de los deshechos de lo ya destruido. La obra actual de Canogar confirma un saludable momento de madurez en el que hay un marcado interés por sintetizar lo sensual de la materia y por plasmar el control conceptual sobre la forma.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 27 de mayo de 2005