El grabado desde dentro

Grabado. Josep Guinovart.

Museo del Grabado Español Contemporáneo. C/ Hospital Bazán, s/n. Marbella. Hasta el 21 de octubre de 2005.

Considerado unánimemente como uno de los tres grandes informalistas catalanes de la segunda mitad del siglo pasado, junto con Tàpies y Clavé, Josep Guinovart (Barcelona, 1927), al igual que el recientemente desaparecido Clavé o que Miró es un consumado maestro grabador, uno de los más excelentes que viven hoy en España. Esa comunión con la obra gráfica tiene mucho que ver con la secreta connivencia de Guinovart con la materia, la experimentación de todo tipo de materiales y técnicas y la dimensión biológica que para él tiene el arte. Está claro que este pintor no podría vivir sin pintar, del mismo modo que la pintura es para él un estado natural, mejor dicho, consustancial a su naturaleza. En el grabado ha abordado todas las técnicas, desde el aguafuerte y la aguatinta, hasta la punta seca, el carborundum y la litografía. Se acercó  a él siendo joven, en 1951, que es cuando hizo sus primeros aguafuertes en unas condiciones precarias. Pero lo que siempre ha distinguido sobre todo su trabajo, cosa casi con toda seguridad aprendida de Miró y de Picasso, es la extraordinaria libertad de actuación, la no sujeción a normas académicas y la heterodoxia de sus estampas. Esto tiene mucho que ver con esa vivencia del grabado desde dentro, que es tanto como decir que el lenguaje en que se expresa debe adecuarse al material empleado. En ese punto sí piensa Guinovart que debe haber coherencia. De otra parte, está el componente azaroso de todo trabajo gráfico, la expectativa que despierta en el autor hasta que el tórculo no termina de hacer su tarea. En unas notas escritas hace unos meses, Guinovart también se refería al color, en el sentido de que un buen grabado posee un hondo contenido expresivo sin necesidad alguna de color. Lo sabemos muy bien por los grabados en madera de los expresionistas alemanes o del noruego Munch.

Los grabados presentes en esta exposición se extienden desde 1956 hasta 2004. Lo que predomina en ellos es la expresión vigorosa, el gesto y la mancha. Guinovart es un artista gestual y de trazo firme. Tampoco hay en su obra una renuncia completa a lo figurativo, que suele aparecer cuando interpreta unos versos o un texto literario. Sin embargo, la plasticidad de su grafía se sobrepone a cualquier consideración literaria. No hay un artista en este sentido menos literario que Guinovart. Para ello no habría más que fijarse en su espléndida serie inspirada en Poeta en Nueva York, de García Lorca. Los versos son traducidos con entera libertad al lenguaje plástico, esto es, donde las referencias son estrictamente artísticas, no literarias. Otras veces se asoma a la España negra de Goya, o bien dibuja líneas, incisiones, rayas, signos, letras, figuras informes que se desparraman por un espacio donde abundan los vacíos y los silencios. Guinovart ha hecho del grabado una parte inseparable de su ser y de su alma.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 9 de septiembre de 2005