Contra la imagen homogénea dominante

Vídeo, infografía, dibujo digital y caja de luz. Marina Núñez. Informe.

Galería Isabel Hurley. Málaga. Paseo de Reding, 39. Hasta el 5 de febrero de 2011.

 

 

 

Los principales intereses intelectuales de la obra de Marina Núñez (Palencia, 1966) desde hace aproximadamente un decenio giran en torno a los problemas de la subjetividad, de la definición de la propia imagen y de los estereotipos icónicos acerca del cuerpo dominantes en las actuales sociedades postindustriales. Otro tema que también parece preocuparle extraordinariamente, aunque puede Uno de los dibujos digitales de Marina Núñez. 2010.decirse que se refleja de manera colateral y tangencial en sus producciones, es el posthumanismo, lo cual, a su vez, está relacionado con los debates acerca del fin de la historia y del fin del arte. Constituyendo parte sustancial de los primeros está también la reflexión sobre la alteridad y la diferencia. Con sus imágenes de mujeres con graves deformaciones, protuberancias, mutaciones y alteraciones de la corporalidad canónica, logradas a través de la manipulación de programas de ordenador, Marina Núñez muestra una decidida posición crítica e incluso rechazo frente a la imagen de la mujer que se ha ido conformando históricamente en nuestras sociedades occidentales, que, además de haber sido elaborada primordialmente por los hombres, se corresponde con toda clase de impedimentos para que la mujer pueda desarrollar sus capacidades intelectuales y emocionales. La presencia de lo monstruoso, como en el caso del relato de Mary Shelley, supone que nos enfrentemos con una parte escondida de nosotros mismos, que adoptemos el punto de vista de los seres marginales y excluidos, que empecemos a valorar la riqueza congénita a la diferencia y a la multiplicidad del ser frente a la homogeneidad y el pensamiento único.

Pero en la obra de Marina Núñez también hay una reflexión colateral sobre la terminación de un ciclo, un ciclo que no se remonta a los comienzos del Renacimiento y del Humanismo en Italia, sino que se remonta a la civilización greco-latina y después ha continuado con la civilización cristiana occidental hasta hoy. Este amplísimo y decisivo ciclo histórico, en el que sin duda hay que incluir el teocentrismo medieval como una cara complementaria y esencial del mismo, se termina inexorablemente. La agonía es prolongada, muy prolongada, como corresponde a tanta grandeza, o, si se quiere, a tanta miseria, como parece desprenderse de las advertencias icónicas de Marina Núñez. Llevamos decenios de agonía, y, posiblemente, inextricablemente vinculado a esta agonía se esté llevando a cabo una gestación, una gestación de otro modelo que conducirá de manera inevitable a un parto. Por eso piensan algunos, y Marina parece corroborarlo, que estamos en pleno posthumanismo, porque lo que salga de ese parto será un nuevo modelo de hombre, un nuevo modelo de ser humano, muy distinto del que ha caracterizado las sociedades occidentales desde los presocráticos hasta Heidegger. Marina parece tener esperanza en ese nuevo modelo, aunque sólo sea porque no le gusta el anterior, moldeado a imagen del varón. Pero también es muy posible que en ese nuevo mundo posthumanista, ni la metafísica, ni el arte y la arquitectura que toman como medida el hombre, ni la ciencia que se impone ciertos límites morales, continúen teniendo sentido, mejor aún, se diluyan y desaparezcan como desapareció la religión mesopotámica. ¿Qué nuevo tipo de hombre y de ser humano nos espera cuando la pregunta por el ser y el sentido de la trascendencia dejen de tener sentido para los hombres? ¿Cuando la verdadera realidad sea una realidad tecnológica?

 

 

 

 

© Enrique Castaños

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de enero de 2011