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Entre lo orgánico y lo sinuoso Pintura. María Acuyo. Galería Casaborne. Antequera (Málaga). Callejón La Gloria, 1. Hasta el 12 de junio de 2008. María Acuyo (Granada, 1972) pertenece a esa pléyade de jóvenes artistas que en nuestros días quieren recuperar el placer de la pintura, sin atender a complejos significados simbólicos, historicistas o meramente de teoría estética. Su obra empieza y termina en la obra misma, aunque también es verdad que eso mismo decía Courbet del arte. Mejor habría que remontarse a Frank Stella, cuando afirmaba algo así como que lo que se ve es lo que se ve. Las referencias más remotas de María Acuyo están, de hecho, en algunos presupuestos abstracto-expresionistas, como el uso del chorreado, y en la Abstracción Postpictórica, especialmente en algunas obras de Morris Louis y en el antecedente de Helen Frankenthaler. Los referentes inmediatos están en Juan Uslé, sin duda un buen modelo. María usa tanto el papel como el lienzo, del mismo modo que alterna los pequeños y los grandes formatos. Estos últimos, que podrían ser aún más espaciosos, son en los que más acierta. Su obra, que tiene un indiscutible parentesco con la madrileña Belén Gonzalo, otorga, sin embargo, una presencia más decidida a la forma orgánica, si bien su rasgo dominante es la ancha banda sinuosa de acrílico muy diluido por la superficie. El empleo de colores planos y las mezclas sustentan una rica gama cromática, muy decorativa. Los fondos sin color sirven para resaltar los tonos. En el cuadro más hermoso de la muestra, un cuadrado de dos metros de lado, las formas cromáticas, azules, celestes, verdes, se deslizan con una amplitud y una suntuosidad verdaderamente admirables, como si fuesen el territorio virgen de un límpido mundo interior.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de abril de 2008
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