Afro: litógrafo y grabador

Todas las etapas de la obra gráfica de uno de los pintores más renovadores del arte italiano de posguerra.

Grabado. Afro.

Museo del Grabado Español Contemporáneo. C/ Hospital Bazán, s/n. Marbella. Hasta el 18 de abril de 1999.

Protagonista destacado del proceso de renovación que tiene lugar en el arte italiano a principios de los cincuenta, el pintor Afro Basaldella (Udine, 1912 - Zurich, 1976), conocido como Afro, se formó en Venecia y comenzó su carrera bajo la influencia de la llamada «Scuola Romana», constituida hacia 1927 con un fondo cultural expresionista como paralelo de la Escuela de París y cuya alma fue el pintor Scipione. Entre 1946-48 se mantiene al margen del Fronte Nuovo delle Arti, aunque participa del espíritu de revisión crítica de los movimientos de la vanguardia histórica, principalmente el cubismo, según lo confirma su adopción por entonces de un lenguaje postcubista interesado en la fragmentación de la forma sin excluir la emotividad del color, a juicio de Argan reflejo de la imagen que de lo real se hace la conciencia herida y contradictoria del hombre de nuestra época. Cuando en 1952 se adhiere al Gruppo degli Otto, calificado de manera un tanto ambigua de abstracto-concreto por Lionello Venturi, Afro es ya la figura clave en los contactos entre la pintura romana y el expresionismo abstracto de la Escuela de Nueva York, muy presente en él desde sus tempranos viajes a los Estados Unidos, donde recibe el fuerte impacto de la obra de Miró y Arshile Gorky. De hecho, fue precisamente a raíz de estas influencias que abandonase la figuración de su periodo juvenil y se inclinase, después de la fase postcubista, por una gramática muy cercana a la abstracción lírica. Luego de participar en 1955 en la mítica exposición The New Decade en el MOMA, su prestigio internacional quedó definitivamente consolidado al obtener el premio como mejor pintor italiano en la Bienal de Venecia de 1956.

Afro Basaldella. "Bandiera di contrada", 1974. Galería Nacional de Arte Moderno (Roma).La presente muestra, integrada por 37 piezas realizadas entre 1956 y 1975, ofrece un completo recorrido por su dilatada actividad como litógrafo y grabador, ocupación que no sólo no debe ser considerada marginal en su producción, sino que gozó de una generosa entrega y amplia autonomía. La obra gráfica de Afro, caracterizada por una permanente experimentación, la frecuencia en el uso de los grandes formatos y la siempre directa participación del pintor en todo el proceso de estampado, nos revela a un artista de notable sensibilidad, volcado al principio en el gesto y la expresiva emotividad de las manchas de color, pero que gradualmente va depurando su estilo hasta que a partir de principios de los setenta su preocupación se centra en la yuxtaposición de formas irregulares, el equilibrio de las masas cromáticas, que a veces semejan flotar en el inmenso espacio vacío del papel, y una sutil modulación de los tonos. Las espléndidas aguatintas del último periodo, sin duda lo mejor de la muestra, cargadas de un intenso misterio que parece contener, según sus propias palabras, «la ligereza, la respiración viva de una evocación, el salto o el estremecimiento de un recuerdo», lo confirman como uno de los grabadores más exquisitos de la segunda mitad del siglo.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 20 de marzo de 1999