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Lentitud y reposo de la pintura Pintura, dibujo y grabado. Rafael Alberti. Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 23 de noviembre de 2002. En
sus célebres Cartas sobre la educación estética del hombre, de 1795,
escribía Schiller que «las artes plásticas ... han de convertirse en música
[que] la poesía ... ha de absorbernos tan poderosamente como lo hace la música,
pero al tiempo, como las artes plásticas, envolvernos en una serena claridad»,
siendo el distintivo del estilo perfecto en cada una de las artes el de ser
capaces «de suprimir las limitaciones específicas del arte en cuestión sin
por ello destruir sus cualidades específicas». La aspiración romántica por
una Gesamtkunstwerk, esto es, por la «obra de arte total», coincide con
la mutua interdependencia entre la poesía y la literatura, de un lado, y el
dibujo y la pintura de otro, como demuestran los casos paradigmáticos de
William Blake y de Victor Hugo, aunque también en otro sentido el caso de
Goethe. Durante
el tiempo de la vanguardia histórica se multiplican en Europa los ejemplos de
esa simultánea convivencia en un mismo espíritu de varias actividades, sobre
todo de la poesía, la música y la pintura, siendo entre nosotros probablemente
Federico García Lorca uno de los autores más emblemáticos de esa conjunción
de las artes. Otros nombres que sin duda pueden aducirse son los de Dalí,
Adriano del Valle, Moreno Villa, García Maroto, Giménez Caballero, pero quizás
ninguno tan significativo y peculiar como Rafael Alberti (1902-1999), ya que no
sólo fue un inmenso poeta que a la vez dibujaba y pintaba, sino que su primera
orientación estética iba dirigida
hacia la pintura, como revelan sus cuadros y dibujos adolescentes, en cierto
modo culminados en su única exposición individual antes de la etapa del
exilio, celebrada en el Ateneo de Madrid en 1922. Además de los caligramas de
Apollinaire y de las parole libere de los futuristas italianos, que
fueron sin duda los antecedentes inmediatos de lo que el propio Alberti llamó
sus «liricogramas», también influyeron en él Vázquez Díaz, Benjamín
Palencia, Alberto Sánchez y los esposos Delaunay. Esta completa muestra revela la casi ininterrumpida dedicación de Alberti a las artes plásticas durante toda su vida, salvo el periodo comprendido entre mediados de los años veinte y de los cuarenta. Aquí vemos desde los románticos dibujos de la época juvenil hasta los desnudos femeninos de los cincuenta y sesenta, de trazos resueltos, seguros y voluptuosos. En cuanto a la obra gráfica, quizás la parte más difundida de su producción, es una especie de escritura dibujada, de vivo cromatismo, muy dinámica y poblada de elementos vegetales y primitivos que denotan una clara influencia surrealista, sobre todo de Miró y Masson. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de noviembre de 2002
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