Deshacerse de sí: hacerse imagen

Fotografía y vídeo. Irene Andessner.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 3 de junio de 2006.

Heredera espiritual de algunos de los planteamientos estéticos del accionismo vienés de los sesenta y setenta, aunque obviando conscientemente esa inmersión en el dolor y esa agresión contra el propio cuerpo que caracterizó a algunos de los más radicales de aquellos artistas, Irene Andessner Irene Andessner. "Agostina Morosini # 1". C- Print, 2003. 80 x 62 cm.(Salzburgo, 1954) si tiene en común con ellos la consideración del cuerpo como un territorio formal, plástico y con una inconfundible carga simbólica y semántica, que ella usa como el instrumento idóneo para la reflexión sobre el concepto de imagen. En vez de hacerse heridas, cortes, desgarros en su propio cuerpo, o someterlo a una tensión límite mediante cierto tipo de acciones, Andessner nos propone en Donne Illustri, una extraordinaria serie fotográfica de 2003, travestirse ella misma, con todo cuidado y con un detallismo extremo, casi obsesivo y patológico, en ciertas figuras femeninas del pasado veneciano, mujeres cultas, aristócratas o aventureras que continúan estando enterradas muchas de ellas en los silencios de la Historia.

Algunas de ellas merecen ser recordadas en este comentario, como Barbara Strozzi, cantante, compositora y quizás cortesana, nacida en 1619, discípula de Cavalli y poseedora de una intuición melódica de gran pureza y una gran brillantez ornamental; Cecilia Venier-Baffo, nacida hacia 1560 en el seno de una importante familia de la Serenísima, célebre por su hermosura, fue raptada por corsarios y entregada al sultán otomano Murat III, que la hizo su favorita, gozando ella misma de mucha influencia bajo el reinado de su hijo Mehmet III; Verónica Franco, cortesana de alto vuelo nacida en 1545, poeta y escritora excelente, impregnada de cultura humanista, tuvo que sufrir un proceso inquisitorial al ser acusada de brujería, aunque quedó libre; Modesta Pozzo, conocida como Moderata Fonte, también de la segunda mitad del siglo XVI, autora, entre otras obras, de un diálogo, El mérito de las mujeres, que protagonizan siete mujeres en un locus amenus, un jardín veneciano donde hablan acerca de las virtudes femeninas y los vicios de los hombres, y para cuyo retrato Andessner se ha basado en el grabado que conserva la Biblioteca Nazionale Marciana de Venecia.

Estas son algunas de las diez mujeres en las que Irene Andessner se traviste, adoptando su fisonomía, sus rasgos, sus atributos. Pero como ha indicado muy acertadamente Luis Puelles, más que una acción de travestismo cabría ver aquí un acto de deshacerse de sí misma, abandonarse a sí, dejar de ser ella, salirse de sí y convertirse, hacerse imagen, un icono perturbador e insondable, porque algo de inquietante y de enigmático transmiten estas imágenes pulcras y demoníacas a un tiempo, unas imágenes en las que se nos invita a acercarnos a la personalidad de otros a través de un ser concreto, que se despoja de sí y se transmuta en lo que no es. Retratos, repárese si no en el de Agostina Morosini, que también transmiten un secreto e indefinible erotismo. La única nota irónica está señalada por aquellas fotografías de cuerpo entero donde las heroínas del pasado visten un atuendo contemporáneo.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 12 de mayo de 2006