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Un "tableau vivant" de la era posthistóricaFotografía y vídeo. Irene Andessner. Virgen del arte. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 22 de mayo de 2010. Esta segunda exposición de Irene Andessner (Salzburgo, 1954) en Málaga, en el mismo espacio privado, la confirma como una de las más deslumbrantes herederas del expresionismo centroeuropeo, principalmente austriaco y alemán, algunos de cuyos principales epígonos fueron Hermann Nitsch y Otto Mühl en el marco del accionismo vienés del decenio de los sesenta, una variante conceptual que intentó penetrar en la psique humana en dirección al inconsciente colectivo, en conexión con el psicoanálisis de Carl Jung. No cabe duda que Andessner incide en esta ocasión, mucho más aún que en su trabajo anterior Donne Illustri, en la provocación, la transgresión y el fetichismo, aunque sí hay una inmersión sincera en un tipo de tradición, ritual y comportamiento religioso que la artista necesita vehementemente comprender. Ante todo, también resulta indiscutible aquí, en la llamada Virgen del arte, una fascinación por la Semana Santa española, casualmente en su vertiente malagueña, pero que igualmente podría haber sido la de Sevilla, Valladolid o Zamora; es más, en estas últimas ciudades de Castilla la Vieja probablemente hubiese conectado con una manifestación de expresividad religiosa aún más en consonancia con la tradición germánica. Una de las mejores pruebas de lo que decimos, y que en gran medida convierte este último trabajo en una coherente continuación de anteriores experiencias, es la recreación de una especie de tableau vivant que llevó a cabo en Ulm a partir del personaje de santa María Magdalena esculpido por Michel Erhart a finales del siglo XV para el altar mayor de la catedral de esa ciudad alemana. Los tableaux vivants hunden sus raíces en el teatro bajomedieval, y tenemos ejemplos ilustres de esos cuadros vivos en la Florencia de principios del siglo XIV o en Flandes, como mostró Huizinga en su famoso estudio sobre las formas de la vida y del espíritu en los Países Bajos de los postreros siglos medievales. En el caso de Andessner, el tableau vivant se combina con la performance, adquiriendo todo el conjunto una extraña y misteriosa traslación a la época concreta que la artista quiere recrear. Hay que tener en cuenta que siempre es ella la performer, esto es, la que se traviste o transmuta en el personaje seleccionado, del mismo modo que resulta admirable la minuciosidad y detallismo de la recreación, reconstruyendo el original con espíritu casi arqueológico. En la Virgen del arte parece tener untadas las manos y el rostro de cera, y el hecho de que la performance original haya tenido lugar en una pequeña iglesia, en cuyo ábside se sitúa ella como una aparición, le concede a toda la propuesta una emoción muy intensa. No hay aquí la más mínima burla de una determinada tradición religiosa; al contrario, una de las pretensiones de la autora es volver a vincular el mundo del arte y el de la religión, que ella realiza simbólicamente usando material de embalaje para algunos atavíos y adornos de la Virgen. Son muchas las corrientes artísticas, e incluso espirituales que aquí confluyen, y como en la mayoría de trabajos de Andessner asistimos a uno de los más conspicuos intentos por penetrar en un aspecto esencial de la naturaleza humana, a saber, el religioso. En este sentido, a la artista vienesa podemos designarla como una de las que mejor entroncan con la tradición artística europea, cosmopolita, interdisciplinar y tratando de que el espectador reflexione sobre el presente sin olvidar el pasado histórico del que proviene. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de mayo de 2010
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