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Grabados de Manuel Ángeles Ortiz Selección de obra gráfica de Manuel Ángeles Ortiz propiedad de la colección de la Diputación de Granada. Grabado. Manuel Ángeles Ortiz. Museo del Grabado Español Contemporáneo. C/ Hospital Bazán, s/n. Marbella. Hasta el 30 de junio de 2001. Entre
los pintores españoles que terminaron formando parte de la llamada Escuela de
París, Manuel Ángeles Ortiz (Jaén, 1895 – París, 1984) destaca como uno de
los que alcanzó un más alto lirismo en sus composiciones, lo que no debe
sorprendernos en quien fue poeta él mismo y perteneció además al grupo poético
del 27, con algunos de cuyos miembros mantuvo una estrecha e intensa amistad,
principalmente con García Lorca y Alberti. El propio Federico, como ha sido
varias veces recordado, dijo en relación a la obra de Manuel Ángeles que la
pintura de su propia poesía y la poesía de la pintura brotaban de la misma
fuente, que no era otra que un hondo sentimiento de admirativa sorpresa ante el
mundo y los seres que lo habitan. Formado estéticamente en Granada, en el
estudio de José Larrocha, y en Madrid, en el taller de Cecilio Pla, la ciudad
de la Alhambra constituyó a lo largo de toda su vida quizás la más perdurable
pasión de Manuel Ángeles Ortiz, según se advierte en su producción a partir
de la segunda mitad del decenio de los cincuenta, cuando se reencuentra con la
ciudad de su infancia y adolescencia, convirtiéndola en protagonista
indiscutible de algunos de los ejemplos más logrados de su pintura y de su obra
gráfica, como es el caso de las series de los Albaicines, las Avenidas
de los cipreses y Misteriosa Alhambra. En su esbozo de cronología
sobre el pintor, Juan Manuel Bonet subrayaba en 1993 varios elementos y
circunstancias de la accidentada biografía de Ángeles Ortiz que no pueden ser
olvidados: su íntima amistad con Picasso, su compromiso con la causa de la República,
su exilio en Francia, en Argentina y de nuevo otra vez en Francia, donde se
instala de manera definitiva en 1956. También esa especie de «cubismo lírico»
o incluso «cubismo jondo» con que puede calificarse buena parte de su obra,
como consecuencia quizás de la permanente presencia de la poesía, y eso a
pesar de la influencia del cubismo, de la abstracción y de la experiencia
constructiva de Torres García. En
esta completísima muestra del Museo del Grabado, podemos hacer un amplio
recorrido por la obra gráfica de Ángeles Ortiz desde 1920 hasta el final de su
vida, destacando especialmente las linografías (linograbados), las litografías
y los aguafuertes. Tanto en sus obras más naturalistas como en las orientadas
estilísticamente hacia la abstracción o la simple organización constructiva
de las masas, destaca la economía de medios empleados y la extraordinaria
capacidad de síntesis, con una clara tendencia a eliminar enunciados
reiterativos y adherencias anecdóticas innecesarias. Repárese, por ejemplo, en
la serie de las Cabezas femeninas, organizadas simétricamente a partir
de una sencilla forma central que recuerda un corazón, o la prodigiosa serie de
los Albaicines, linografías que, debido precisamente a la fragilidad del
material, impide una excesiva fineza de trazos o de detalles, procurando, cuando
se tallan líneas finas, que la base sea más ancha que la cresta para evitar
que se rompan, pero cuyas sintéticas formas geométricas están organizadas tan
magistralmente que no sólo no falta ni sobra nada, sino que se alcanza una
imagen poética pocas veces conseguida del popular barrio granadino. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 28 de mayo de 2001
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