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Una figuración decorativa y gestual
ENRIQUE CASTAÑOS
El cartel de la Feria Taurina de Málaga 2009, cuyo autor es el pintor veleño Santiago Fernández Aragüez, es una magnífica muestra de fluidez en el dibujo, elegante sentido decorativo y síntesis de lenguajes distintos, especialmente de la equilibrada simbiosis entre figuración e informalismo, particularmente notable en un creador que viene caracterizándose desde hace años por una viva y alegre pintura de paisaje de evocaciones matissianas, aunque sin renunciar nunca a ese fondo suyo también presente en algunos artistas de Vélez-Málaga, cuyo principal rasgo es una distinguida ingenuidad, de un alto sentido plástico. Aquí, en cambio, ha optado por una acertadísima y nada fácil coexistencia entre el informalismo caligráfico de Antonio Saura y el decorativismo entrelazado de arabescos de Raoul Dufy. Sentado con aplomo en su cabalgadura y sosteniendo con decisión la vara, la figura de un picador de perfil ocupa todo el espacio disponible, un motivo ya en sí mismo original y que se distancia de una retórica repetida. Es en lo poco que se ve del lomo del animal, recubierto con la malla protectora, donde se advierte, en manchas informes de témpera y de acrílico, esa grafía irracional y subjetivista tantas veces empleada por Saura, si bien Aragüez, con la delicadeza de los amarillos y de los rosas, nos recuerda también ciertas flores de José María Sicilia. Pero es en el traje del picador donde Fernández Aragüez despliega ese profundo sentido del arabesco que lo emparenta con el dibujo fresco y vivaz, fluido y ligero, de Dufy. De nuevo los tonos predominantes son rosas y amarillos, encerrados en esa envoltura de contornos negros de los filos de la chaquetilla, en correspondencia con las barras negras de la faja. Por último, la espléndida cabeza, deliberadamente grotesca, evocando inconscientemente aquellas figuras que en los setenta realizara Rodolfo Álvarez Santaló, un gran amigo de Eugenio Chicano que expuso por entonces en la Sala de la Diputación. La regordeta cabeza de este varilarguero, cuya concentrada mirada revela sólo bondad, está cubierta por un sombrero castoreño en el que se reflejan los rayos de papel de oro de un ardiente sol que cubre el extremo superior izquierdo de la composición, el mismo sol que alumbrará el prestigioso festejo taurino que anuncia este admirable cartel.
Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 3 de julio de 2009
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