El arte como proceso

Minimalismo estético y uso de la computadora se aúnan en la obra de Elena Asins

Pintura y escultura. Elena Asins.

Colegio de Arquitectos de Málaga. Paseo de las Palmeras del Limonar, s/n. Hasta el 30 de octubre de 1998.

 

Participante a finales de los sesenta en el seminario de Generación Automática de Formas Plásticas fundado por García Camarero en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, alumna de Max Bense en la Universidad de Stuttgart a principios de los setenta e iniciada una década más tarde en la Universidad de Columbia en el uso de la computadora como herramienta de trabajo para la creación plástica, Elena Asins (Madrid, 1940) no sólo es una figura esencial del arte normativo realizado en nuestro país durante los últimos treinta años, sino probablemente la única artista española, stricto sensu, que en la actualidad puede ser calificada de conceptual. Su obra, dirigida no tanto a los sentidos cuanto a la conciencia, si por algo ha venido caracterizándose ha sido por la investigación acerca de las bases matemáticas del arte, el empleo riguroso de la geometría y la preeminencia concedida al proceso temporal de elaboración del producto, actitud ésta que la emparenta con algunos de los más destacados representantes de la etapa fundacional del computer art, como por ejemplo el alemán Georg Nees, para quien el programa estético diseñado por el artista y su posterior traducción a un lenguaje comprensible por la máquina constituyen la obra artística propiamente dicha más que el producto final sobre un determinado soporte y con unas específicas peculiaridades físicas y materiales.

Todo este complejo y exigente substrato teórico se halla contenido en la obra Menhires, presentada por vez primera en Madrid en diciembre de 1995 y que en esta circunstancia, según es habitual en la autora, se ha adaptado al espacio concreto de la galería del Colegio de Arquitectos de Málaga, introduciendo para ello modificaciones tan significativas como la tonalidad de las piezas bidimensionales colgadas en las paredes de la sala y de los plintos que soportan las esculturas, en ambos casos pintados ahora de negro, así como el reagrupamiento más ajustado de los 32 monolitos que conforman la vasta pieza central, si bien continúan disponiéndose según un esquema perimetral rectangular. Construida a partir de una estructura básica, el Menhir 2, forma gestáltica cuyo fundamento es el cuadrado, Menhires es también una obra dotada de significado, una «construcción» simbólica. Pero los símbolos que interesan a Elena, en correspondencia con su idea de arte, deben poseer, sin perjuicio de su asociación a un tiempo y una comunidad humana específica, una dimensión universal e intemporal, esto es, válida en cuanto respuesta espiritual para cualquier época y para toda la especie. De ahí la atención prestada en Menhires a estas remotas manifestaciones de la cultura megalítica europea, pero no reproduciendo de manera mimética su «modelo» prehistórico, sino, en insuperables palabras de la pintora, tratando de crear «un templo para la vida, el sigilo y la meditación», o, mejor aún, persiguiendo «el arquetipo que muestre eficazmente los más profundos anhelos de la vida humana».

 

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de octubre de 1998