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El mural amputado ENRIQUE CASTAÑOS ALÉS La reciente destrucción parcial de un mural de grandes dimensiones de Elena Asins (Madrid, 1940) ubicado en una céntrica calle de Fuengirola, ha supuesto, además de un grave atentado al patrimonio artístico, particularmente escaso entre nosotros en lo que se refiere a obras de arte contemporáneo en espacios públicos, una lesión a los derechos morales de la autora y un manifiesto menosprecio de la cultura en el más noble y amplio sentido de esta palabra. El mural, cuyo título es Ocupación 1.3. Hexaedros regulares. Homenaje a Dieter Otto y Jorge Guillén, forma parte de un conjunto de once murales desmontables encargados por el Ayuntamiento de esa ciudad, a principios de los ochenta, a otros tantos artistas españoles de vanguardia, entre ellos nombres tan destacados, además de la propia Asins, como los de Barbadillo, Farreras, Alfonso Fraile, Francisco Peinado y Sempere. El mural de Elena, situado en la medianería de un edificio de la calle Camilo José Cela, a escasos metros de la Casa Consistorial, está hecho con placas de cemento y consiste en fragmentos ampliados de un monotipo diseñado por la pintora en Nueva York en 1981, quien viajó expresamente a España con el fin de supervisar su colocación en 1983. Un proyecto sobre papel del mural, realizado entonces por la artista para facilitar su construcción y en el que se especifican sus medidas y proporciones, se encuentra, deficientemente conservado, en la Casa de la Cultura de Fuengirola. A comienzos de los ochenta, la siempre rigurosa y analítica obra de Elena, caracterizada por la preeminencia concedida al concepto y a la idea de estructura, atravesaba un periodo particularmente fértil e innovador. Después de haber participado, a finales de los sesenta, en el seminario de Formas Plásticas del Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, experiencia pionera en nuestro país en el uso de la computadora con fines artísticos, y después de haber seguido los cursos, en el decenio siguiente, de Max Bense, padre de la estética teórico-informacional, en la Universidad de Stuttgart, Elena Asins se incorpora en 1981, en la Universidad de Columbia, a un proyecto de investigación en relación con el uso artístico del ordenador, momento en el que realiza sus primeras obras con el auxilio de la máquina. Desde entonces hasta hoy, esa potente herramienta que es la calculadora electrónica la ha acompañado siempre en su trabajo de creación plástica. El Ayuntamiento de Fuengirola, cuya negligencia ha ocasionado el serio desperfecto del mural, ha reconocido su equivocación y se ha comprometido a restaurarlo y reubicarlo en un lugar adecuado. Esperemos que no sean sólo unas declaraciones forzadas por las circunstancias. De lo que no cabe duda es que, desde un punto de vista estrictamente jurídico, la artista se encuentra protegida. La Ley 22/1987, de 11 de noviembre, de Propiedad Intelectual, califica en su artículo 14 a aquellos derechos a los que me refería al principio, de «irrenunciables e inalienables», correspondiéndole al autor, entre otros, el de «exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga perjuicio a sus legítimos intereses o menoscabo a su reputación». Una vez conculcados, esos mismos derechos, al margen de la indemnización que legalmente corresponda, deben ser restituidos en forma de una pronta reparación y reinstalación del mural, así como arbitrarse mecanismos eficaces para que sucesos de esta naturaleza no vuelvan a producirse. Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de octubre de 1999
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