|
Entre la suplantación y la duplicidad Pintura. Nono Bandera. Beauty is a rare thing. Galería Casaborne. Antequera. Callejón La Gloria, 1. Hasta el 14 de noviembre de 2008. Los fundamentos teóricos y estéticos, mejor dicho, antiestéticos, de la pintura de Nono Bandera (Málaga, 1958) se encuentran en el dadaísmo y en el surrealismo de la vanguardia histórica, aunque tampoco son totalmente transparentes esas conexiones, ya que el autor malagueño ha ido creando durante los últimos diez años un universo propio bastante personal, con un método de trabajo muy peculiar, provocador y polémico. No obstante, sí conviene aclarar que su trabajo no puede calificarse de «apropiacionismo», en la senda marcada por Sherrie Levine y otros artistas de los ochenta y noventa, pues lo que hacía Levine era refotografiar conocidas fotografías, pongamos por caso, de Walker Evans, presentándolas como su «propia» obra y cuestionando así, mediante su acto de piratería, la condición de fuentes autorales de la imagen de estas figuras. Levine pretendía hacer crítica política y social mediante una nueva crítica psicológica del sujeto, reflexionando sobre los procesos de formación de la identidad individual. Nono Bandera, en cambio, reutiliza, modifica y manipula cuadros pintados por autores sin ningún renombre, cuadros comprados en el Rastro o en mercadillos, a los que añade símbolos, figuras y escenas que alteran radicalmente su sentido. Es de extrema importancia que la mayoría de esos cuadros que él adquiere son de muy baja calidad, o descaradamente kitsch. Se produce así una suplantación, cuyo origen intelectual estaría en la conocida hipótesis acerca de la suplantación del padre en la horda paleolítica por los hijos, que lo matan, tal y como lo desarrolla Freud en Tótem y tabú, pero en el proceso de realización Nono Bandera se aleja de la seductora hipótesis freudiana y lleva a cabo un acto plenamente artístico, esto es, creativo. La inspiración dadaísta procede, sin duda, de Duchamp, pero no tanto de los ready-mades, aunque también, como del acto de travestismo que llevó a cabo Duchamp al crear el personaje de Rrose Sélavy. La inspiración surrealista procede de los collages de Max Ernst de 1929-1930, cuando transformaba, a base de recortes de catálogos, de ilustraciones de libros y de revistas, una determinada ilustración, alterando por completo su sentido. Un ejemplo increíble del quehacer de Bandera es Mundo viejuno, un cuadro hecho en 1944 por un desconocido Teodoro Carrasco e «intervenido» en 2006 por nuestro pintor, y donde se representa a D. José de Caso, un personaje provinciano asimismo desconocido, a la edad de 88 años, ya próximo a la muerte y entregado a sus lascivos recuerdos juveniles. Las intervenciones de Nono son inequívocas: levantar la manga de la chaqueta para que se vean los huesos del brazo, el ojo postizo con la pisada, la escena amorosa del ángulo, el libro abierto, las frases escritas por todo el lienzo. Ironía, sarcasmo, burla, el mundo desquiciado, canalla, irreverente, perverso y erótico de Nono Bandera tiene algo también de buñuelesco. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de octubre de 2008
|