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Barbadillo y la cibernética Obras de mediano formato de Manuel Barbadillo, en su mayoría no expuestas hasta ahora en Málaga, pintadas entre 1968 y 1979 Pintura. Manuel Barbadillo. Galería Marín Galy. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 20 de noviembre de 1999. El segundo periodo de la producción modular de Manuel Barbadillo (Cazalla de la Sierra, Sevilla, 1929), comprendido entre 1968-79 y al que pertenecen la veintena de cuadros que aquí se exhiben, aparece como consecuencia de la investigación desarrollada con ayuda de la computadora, desde abril de 1968, en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid, con el propósito inicial de averiguar si existía algún tipo de razón objetiva en las decisiones de índole subjetiva que hasta ese momento, desde las primeras pinturas modulares en 1964, le habían llevado a aceptar unas composiciones y rechazar otras, decisiones que, más que en las características formales del único módulo que por entonces empleaba, se sustentaban en la organización de los componentes del cuadro y el modo particular de mantener relaciones rítmicas entre ellos. Lo paradójico de la experiencia consistió, sin embargo, en que si bien al poco de empezarla el repertorio formal de Barbadillo se enriqueció con tres nuevos módulos (constituidos también a partir de las dos formas básicas, un cuadrado y un cuarto de círculo, de las que se había originado aquel primer módulo), con los que estuvo operando, junto con el primero, hasta 1979, diversas circunstancias desencadenaron en el pintor, desde principios de los setenta, una honda crisis que lo mantuvo alejado de la máquina y le obligó a volver al método de trabajo anterior al uso de ésta, es decir, a efectuar las permutaciones modulares de manera manual, hasta que el descubrimiento de los ordenadores personales a finales del decenio hizo que renaciese de nuevo su interés por la computadora. En cuanto a los cuadros de la muestra, son el resultado, pues, de giros y combinaciones modulares realizadas manualmente a partir del aprovechamiento de bocetos generados por la máquina antes de que estallase la crisis, seleccionando en tales casos un solo macromódulo de un único boceto o bien dos macromódulos elegidos de entre dos bocetos distintos, o bien a partir de cuatro fotocopias de un mismo macromódulo (los macromódulos se deducen de dividir el boceto o el cuadro en cuatro partes iguales y se originan por la fusión de módulos adyacentes cuyas zonas blancas o negras coinciden en color en el lado común). El boceto se convierte en cuadro pintado cuando el artista, después de realizadas las correspondientes permutaciones, obtiene un diseño satisfactorio. En todos ellos, profundamente intuitivos a pesar de su base racional y lógica, resulta esencial la cuestión del ritmo, la percepción de la naturaleza binaria de la forma y el significado simbólico que se expresa a través de la dialéctica de los contrarios, pero lo que por encima de todo los distingue es el ingrediente cibernético, existente en Barbadillo con anterioridad a su encuentro con la máquina, y que se manifiesta en el automatismo de los módulos para constituir macromódulos, en la capacidad de retroalimentación, cuya consecuencia es la autorregulación, y en la enorme capacidad combinatoria de los módulos. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de octubre de 1999
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