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Una reinterpretación del clasicismo Fotografía y vídeo. Vanessa Beecroft. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 15 de enero de 2006. Vanessa Beecroft (Génova, 1969) es especialmente conocida en el actual panorama del arte contemporáneo por sus originales performances, como es bien sabido una manera de expresión artística de vanguardia que pusieron en circulación los futuristas italianos a principios de 1910, pero que en realidad hunde sus raíces en Occidente en los dramas de la Pasión medievales y en determinados espectáculos del Renacimiento. A diferencia del teatro, generalmente el intérprete en la «performance» es el propio artista y el contenido en raras ocasiones sigue un argumento tradicional. Desde la representación de gestos íntimos hasta concebir una especie de teatro visual a gran escala, la performance puede durar desde unos pocos minutos a varias horas, suele carecer de guión preparado y lo mismo interviene el azar que se hacen ensayos previos. La exhibición de Málaga consiste precisamente en mostrar material fotográfico y de vídeo de una performance ideada por Beecroft, realizada en junio de 2004, con un grupo de 21 mujeres, sobre un montículo de tierra en el Tepidarium de Roster, un invernadero de cristal que reproduce a una escala mucho menor la misma estructura del Cristal Palace de Joseph Paxton y que forma parte del Giardino dell’Orticultura de Florencia. Las 21 modelos desnudas, situadas de pie sobre el montículo, acaban, por cansancio, sentándose en la tierra, manchándose de ella y pareciendo ser frutos o tubérculos que de ella nacieran. Era como si esas mujeres hubiesen sido plantadas en la tierra delante de los espectadores. Ellas están ajenas al público que las contempla, con la mirada perdida, pero tampoco sin mantener contacto o comunicación entre sí. El significado concreto de esta performance está relacionado con una reinterpretación de la pintura clásica europea del Renacimiento y del Barroco, habiendo dicho la misma Vanessa Beecroft que hace pinturas que se desarrollan muy lentamente en el tiempo. El tema iconográfico elegido en esta ocasión es el de María Magdalena, según La leyenda dorada de Santiago de la Vorágine una mujer que era hermana de Marta y de Lázaro, el que resucitó Jesús, y que, una vez muertos sus padres, heredó una importante posesión, el castillo de Magdalo, lugar al que debe el nombre por el que es universalmente conocida, entregándose a una vida de disipación y de placer hasta conocer la predicación del Nazareno. Por eso representa Beecroft completamente desnudas a sus modelos, porque están aludiendo a la carne real, tan importante en esa vida primera de María Magdalena. Al mismo tiempo hay múltiples vínculos con uno de los temas iconográficos más ricos de la historia de la plástica occidental, aunque el referente que parece haberse tenido más en cuenta es la Magdalena orante, completamente cubierta con su larga cabellera, que esculpió Donatello hacia 1455 y que se conserva en el Museo de la Opera del Duomo de Florencia. De ahí las largas pelucas y los largos cabellos que envuelven a estas mujeres que parecen brotar impávidas y ajenas de las entrañas de la tierra. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de noviembre de 2005
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