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La mirada de piedra Pintura. José Benítez. Galería Cartel. Málaga. C/ Cortina el Muelle, 5. Hasta el 3 de enero de 2005. Esta exposición de obra reciente de José Benítez (Antequera, 1963) pone de manifiesto, en primer lugar, la evolución y consolidación de su lenguaje plástico durante el último bienio, dejando traslucir de modo más claro sus principales referentes pictóricos, así como su dominio de la técnica del óleo sobre papel, del que hace uso en ese soporte con una extrema delicadeza. El fundamento visual de la pintura de José Benítez es la fotografía de paisajes, capturados en grandes panorámicas y con una línea del horizonte situada a unos tres quintos de la altura total del cuadro, ejercitándose en un detalle que, lejos de ser relamido como ocurre en mucha mediocre pintura realista, aparece desvanecido, como borroso como consecuencia de una débil bruma o neblina que lo invade todo, otorgándole a la composición un aspecto poético y neorromántico. Sin embargo, la mayor originalidad de Benítez está en el acierto con el que ha sabido interpretar sus referentes estéticos, indudablemente de raíz surrealista. En primer término, aunque no el más concluyente, Yves Tanguy, cuya minuciosa descripción de un universo salido, en palabras de Breton, de una «experiencia lejana», parece evocar aquí Benítez, aunque más que mundos abismales y marinos profundos, es la visión de las playas en marea baja, los paisajes que no son más que productos del deseo y de la fantasmagoría interior. Por eso está también aquí presente Goya, sus aquelarres y brujas danzando en el bosque, su perro semihundido, sus sueños de la razón. Pero el gran referente de la pintura de Benítez es el Dalí de principios de los años cincuenta, el de La Madona de Port Lligat, cuyas lajas de piedra con las que está construida la estructura arquitectónica del fondo inspiran de forma fidelísima esos elementos pétreos que, a modo de muros inconclusos, enmarcan los cuadros de Benítez, así como ese excelso homenaje a la matemática y a la teoría atómica que es Cabeza rafaelesca que estalla, un sinfín de partes diminutas que son los signos con los que Benítez construye la materia de sus obras, si bien su poética procede del mundo misterioso de los sueños. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 19 de diciembre de 2004
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