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Al otro lado del espejo Diversas técnicas. Elena Blasco. Sala Alameda. Málaga. C/ Alameda Principal, 19. Hasta el 5 de mayo de 2002. Al menos desde mediados los ochenta, que es
cuando su presencia se hace más firme y constante en el panorama artístico
madrileño, la actitud de Elena Blasco (Madrid, 1950), tanto por su carácter
pionero como, sobre todo, por su talante desenfadado y su indiferencia hacia el
halago y las posiciones de privilegio, se ha ido haciendo progresivamente incómoda
para un sector influyente de la crítica, que no sólo continúa sin reconocerle
su papel de adelantada en muchos aspectos, sino que ha tratado de ningunear su
original contribución. Muy
próxima al neoconceptual, es innegable que en su obra pueden rastrearse
elementos dispersos procedentes de la neovanguardia, sobre todo del neodadaísmo
y del pop. Empleando una gran variedad de materiales y de técnicas, aunque
tanto los plásticos y los materiales sintéticos, el acrílico y, más
recientemente, la fotografía, son los más frecuentes, toda la creación de
Elena Blasco parece por un lado llevar a cabo un análisis y disección crítica
del estilo burgués de vida, y, de otro lado, rememorar sin sombra alguna de
nostalgia episodios y particularidades de la infancia perdida. El uso del plástico,
así como la representación de interiores y signos identificadores burgueses,
casi con toda seguridad están aludiendo a la homogeneización, trivialidad y
artificialidad del modo de vida de las sociedades postindustriales, en las que
cada vez hay menos tiempo para la reflexión, el sosiego y el análisis. Los
juguetes infantiles, por su parte, y que por su condición de mujer están
claramente relacionados con el universo femenino, nos hablan de la dificultad
del candor y de la inocencia en la edad adulta, pero también del lastre de los
roles adquiridos. Los
principales instrumentos de su indagación son la ironía y el sentido del
humor. La primera, con su burla fina y disimulada, es el modo más inteligente
de acercarse a una realidad desquiciada y en muchos aspectos ininteligible.
Complemento de la ironía es el humor, que cuando sabe emplearse es porque
acostumbra a estar basado en una sana e higiénica disposición para no tomarse
uno a sí mismo en serio. Tales son las herramientas del espíritu que pueden
observarse por doquier en esta completa muestra, en la que se ha reunido un sólido
conjunto de piezas sueltas e instalaciones correspondientes a los últimos
quince años de la producción de Elena Blasco, una autora cuya atrevida
propuesta tiene el inoportuno aliciente de zarandear el prolongado letargo en el
que estamos sumidos. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de abril de 2002
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