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El universo entrópico de John Bock Videoinstalación. John Bock. Nöle. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 14 de noviembre de 2010.
Las raíces lejanas de las videoinstalaciones de John Bock (Gribbohm, Alemania, 1965) se encuentran en los Merzbau de Kurt Schwitters, construcciones que crecían a medida que se les añadían cosas o que se ampliaba su espacio interior, en el cine expresionista alemán y en las exposiciones internacionales del Surrealismo, con su presencia inquietante de maniquíes, muñecas y esculturas-objeto, mientras que sus fuentes cercanas, que son muy diversas, se encuentran principalmente en pioneros de la performance como el Oldenburg de Snapshots from the City, en Kienholz, un neodadaísta que hace uso frecuente de máquinas de coser, cuerpos descuartizados, detritus y homúnculos, en las esculturas del Junk Art, en algunos conceptos e intervenciones del Nuevo Realismo, especialmente en la maquinaria inútil y caótica de Tinguely y en el concepto de acumulación de Arman, en Beuys e incluso en el Accionismo vienés, especialmente las acciones de Otto Mühl. Es decir, que John Bock, que es un artista al que se le nota mucho su procedencia germánica, es una especie de epígono del neodadaísmo que aparece en la segunda mitad de 1950, lo que significa que hay en él un componente anarquista y antisistema, más que la presencia de un discurso racional y crítico contra el sistema establecido. Pero al mismo tiempo hay una fascinación por el objeto, como ocurría en los nuevos realistas franceses. El ingrediente ácrata se manifiesta sobre todo en la clara orientación entrópica de sus instalaciones, esto es, en la tendencia inevitable hacia el caos y el desorden, como el padre de la cibernética, Norbert Wiener, creía que era la tendencia general del universo, lo que no impedía la existencia de remansos antientrópicos como nuestro mundo. Pero en realidad la confusión material y física de las instalaciones de Bock está muy calculada, y si se presta atención y se observan con detalle sus propuestas se advertirá que la enorme variedad de objetos de desecho que hay en ellas están colocados en cada una de las piezas de tal modo que su aparente agregado da como resultado un todo «armónico», que incluso presenta una coherencia desde el punto de vista plástico, cromático y espacial. Otra cuestión es el contenido específico de sus películas y grabaciones, pues en cada una de sus videoinstalaciones pareciera como si la caótica cobertura de objetos y cachivaches no sirviera más que para arropar y proteger el propósito principal, a saber, la película que se emite a través de una pantalla. Estas películas son en unos casos autobiográficas, con diferentes visiones de su taller y del comportamiento del artista en el mismo, cambiando muebles de sitio aun cuando parezca imposible que eso pueda hacerse en un lugar saturado de objetos, y en otros casos indagan, pero de manera intuitiva y orgánica, acerca de las relaciones entre el arte y el mercado, o acerca de las relaciones entre las personas, o sobre las diferencias de género y la dualidad que hay en el cosmos. Unas creaciones en las que lo grotesco y lo caricaturesco se unen, aunque parezca paradójico, al absurdo y a lo iniciático.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 23 de octubre de 2010.
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