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La primacía de las ideas Lúcidas e irónicas metáforas visuales de Joan Brossa a través de una selección de obras de finales de los ochenta Poesía visual y objetos-poemas. Joan Brossa. Fundación Pablo Ruiz Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 15. Hasta el 28 de noviembre de 1999. En un libro autobiográfico publicado después de su muerte, Brossa x Brossa, relata el inclasificable poeta y artista catalán Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) que cuando en una de las reuniones en casa de Tharrats, en 1948, éste sugirió hacer una nueva revista en sustitución de Algol, Cuixart propuso que llevase por título El Dau (El Dado), nombre que no satisfizo a nadie y que inmediatamente Brossa mejoró con Dau a l’u (Dado al uno), a su vez contestado con el de Dau al dos y así sucesivamente por todos los asistentes (junto a los mencionados, Tàpies, Puig y Ponç) hasta el seis. Transcurrido un breve silencio, Brossa añadió de forma espontánea, y sin tener para nada en cuenta que era imposible: «al siete», nombre este, Dau al Set, con el que finalmente quedaría bautizada la mítica revista bajo la que se aglutinó el homónimo y legendario grupo español de vanguardia. Si la recuerdo ahora, con motivo de esta pequeña muestra de poemas visuales y poemas objeto de Brossa, es porque en sí misma y por sí sola esta jugosa anécdota revela una de las claves fundamentales del talante y del espíritu creador de quien fue durante cuatro décadas consecutivas un verdadero prestidigitador del mundo de los signos: la radical convicción de que las ideas y las obras artísticas obtienen su sentido a partir de la transgresión y subversión de lo establecido, lo que es tanto como afirmar que su función descansa en la capacidad para provocar sorpresa y estimular el desconcierto. Heredero de
la irreverencia dada y del mejor espíritu del surrealismo de la vanguardia histórica,
al cual pudo acceder de primera mano gracias a su contacto directo con Miró, el
polifacético Brossa también hunde sus raíces estéticas en la tradición
duchampiana del objeto, a la que desde principios de los cincuenta vuelve cada
vez más su incisiva mirada, según pone de manifiesto el marcado carácter
conceptual de sus trabajos objetuales. Dotada unas veces de un humor corrosivo y
otras de una despiadada acidez crítica o de una sutil ironía, la obra de
Brossa, que pertenece en mucha mayor medida al ámbito de la expresión poética
que al de la expresión plástica, actúa mediante ilógicas asociaciones de imágenes
que oscilan entre la intencionalidad directa y un insólito umbral de misterio.
Aunque en determinadas ocasiones pudo caer en la ocurrencia fácil o en el
chiste, su sólido prestigio e influencia tanto en el panorama artístico catalán
como entre algunos conspicuos miembros de las últimas generaciones de creadores
plásticos, se cimenta en metáforas visuales tan memorables como la titulada País,
en la que un balón de fútbol de reglamento aparece rematado con una peineta, o
aquella inquietante instalación en la que justo detrás de una mesa dispuesta
con todo lujo de vajilla, cristalería y cubertería para un solo comensal hay
colocado un sórdido garrote vil de ejecución, o esa otra, presente en esta
muestra, en la que una esposa está unida mediante una cadena a un brazalete,
perturbador epítome de la esclavitud del matrimonio. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 23 de octubre de 1999
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