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La contemporaneidad otra Mestizaje cultural, pervivencia de la tradición y expresividad primigenia identifican la obra de la senegalesa Seni Camara Escultura. Seni Camara. Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 1 de mayo.
El más persuasivo obstáculo para una adecuada comprensión y valoración desde occidente de lo que se ha convenido en llamar arte africano contemporáneo, probablemente sea el haber subordinado invariablemente el análisis e interpretación de sus formas a la categoría crítica occidental de lo contemporáneo, negándole así al hoy de África y de otras zonas de la periferia la posibilidad de que existan otras expresiones de la contemporaneidad. Esta noción, decía Jacques Soulillou en un texto escrito para el catálogo de la exposición África hoy (Centro Atlántico de Arte Moderno, 1991), bien podría ser el último refugio de un esquema hegemónico y teleológico en el cual el centro tiene, de hecho, el privilegio de decretar qué es lo contemporáneo. Pero éste, así entendido, como una categoría estética universalizadora sujeta a una perspectiva histórica occidental, se nos revela como un instrumento caduco e insuficiente para comprender gran parte de la plástica africana de hoy, que no por permanecer fuera de esa noción excluyente de lo contemporáneo significa que no responda al hoy. De otro lado, convendría recordar aquí que los presupuestos eurocéntricos implícitos en la idea de lo que suele considerarse una exposición de arte contemporáneo, fueron puestos de manifiesto con claridad meridiana en la célebre muestra Les magiciens de la terre (Centro Georges Pompidou de París, 1989), primer intento de terminar con la hegemonía de lo contemporáneo, precisamente al enfrentar creaciones que no pertenecían a las mismas sincronías socioculturales. Si he hecho
estas breves consideraciones preliminares es porque me parecen imprescindibles
para intentar cualquier aproximación crítica fiable a la obra escultórica de
la senegalesa Seni Camara (Bignona, ca. 1945), en cuanto que debe ser abordada
no a partir de las categorías impuestas por el neocolonialismo cultural de los
centros de decisión mundial, sino atendiendo a las características peculiares
de la realidad sociocultural africana en que surge. Con una producción que
estuvo seleccionada en ambas muestras internacionales y que también se ha
exhibido en prestigiosas galerías de Alemania y Estados Unidos, Seni Camara aúna
en su trabajo la destreza manual propia de los artesanos y el sentido plástico
de la forma inconfundible de los verdaderos artistas. Modelando con
extraordinaria habilidad la materia arcillosa de la que están hechas sus
figuras, éstas se inician a partir de uno o varios núcleos (la cabeza, el
tronco) a los que van añadiéndose los miembros, cuyo aspecto final se consigue
con un repertorio muy limitado de toscos instrumentos auxiliares. El resultado,
donde a pesar de la aparente ingenuidad primitiva se esconde una fina ironía no
exenta de intencionalidad crítica, es una obra proteica rebosante de
expresividad en la que la tradición ancestral y las formas míticas de esa región
del África occidental francesa, próxima a las antiguas culturas de los bagas y
los mendes, convive con los signos visibles de la penetración industrial
europea.
©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de abril de 1999
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