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La realidad indiferenciada Fotografía, infografía, instalación y dibujo. José Carlos Casado Mancha. Museo Municipal. Málaga. Paseo de Reding, 1. Hasta el 10 de noviembre de 2002. Esta compleja, sugerente y
polisémica muestra de José Carlos Casado (Málaga, 1971), titulada (carne.v01/temores.v01/realidades.v01),
puede inscribirse en esa obsesiva reflexión sobre el cuerpo que ha
caracterizado buena parte de la producción de los noventa. Una meditación, en
este caso, sobre la que parece gravitar aquel lúcido juicio de Jeffrey Deitch
de que, después de la modernidad y de la posmodernidad, que fueron los periodos
de descubrimiento y desintegración del «yo», la poshumanidad «será el de su
reconstrucción simultánea o posterior a su desaparición como entidad física». En
la misma sala donde se exhibe un trabajo infográfico en movimiento cuyas formas
blandas y rostros pegados no sólo recuerdan las cabezas sin ojos ni boca de
Aziz & Cucher, con su más que probable crítica a la clonación humana,
sino que incluso podrían remitir a las amenazantes y caníbales figuras
picassianas de principios de 1930, también se expone la pieza medular de la
muestra, una bella infografía en la que, a modo de friso, se representan
cuerpos desnudos de ambos sexos enlazados e interpenetrados entre sí. La
admiración que deja traslucir esta obra por los relieves del Partenón, por la
pintura flamenca del siglo XV, por los frescos de Miguel Ángel en la Sixtina,
por la pintura del manierismo romano y florentino, así como por la pintura boloñesa
del XVII y la del clasicismo y neoclasicismo francés, pone ante todo de
manifiesto el intenso interés de Casado en la figura humana y en el disegno,
pero también en el juego artificial de la luz y la sombra, en la simulación.
Perturbador friso del nuevo cuerpo del hombre que, de un lado, nos seduce, y,
por otro, nos horroriza: imagen de la pura irrealidad, de la realidad virtual
donde se pierde el pálpito tangible de la carne. Justo
detrás hay una espléndida videoinstalación donde se muestran figuras que
parecen girar en círculo y en torno de sí: trasposición virtual de aquella
revolucionaria innovación de la escultura italiana en el siglo XVI en la que
los cuerpos giraban en remolino, se imbricaban entre sí y ofrecían infinitos
puntos de vista. Con todo, el José Carlos Casado más sesudo es el de La caja de Pandora (revisitada), una elaboradísima videoinstalación que sin duda comparte preocupaciones con el Critical Art Ensemble y que, sin ser específicamente Bio Art, se ocupa con amplitud de la inteligencia artificial, de la ingeniería genética aplicada y de las experiencias transgénicas, pero también de lo que Arthur Kroker y Michael Weinstein han llamado el «cuerpo hiperenlazado», esto es inquietantemente teledirigido, aunque, como algunos se consuelan, pueda ser uno mismo quien se teledirige. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 21 de octubre de 2002
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