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Meditación sobre el futuro tecnológico Fotografía y vídeo. José Carlos Casado Mancha. Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 25 de marzo de 2006. A José Carlos Casado Mancha (Málaga, 1971) le interesan desde hace mucho las metáforas sobre el inquietante futuro tecnológico que se dibuja en el horizonte y la meditación en clave irónica sobre los grandes temas que preocupan a los analistas de la geopolítica. Su dominio de las nuevas tecnologías, desde el vídeo y la fotografía digital hasta la manipulación de la imagen en el ordenador y el uso de la red, lo convierten en uno de los artistas más capacitados y prometedores de su generación, habiéndose ya logrado situar en un mercado tan complejo y difícil como es el norteamericano. Las dos series que expone ahora en Málaga continúan reflexiones suyas anteriores, pero desde una nueva óptica y con distintos resultados. La primera, newbody, constituye ya en sí misma un logro importante en el plano técnico. Se trata de un vídeo, de un minuto y treinta y dos segundos de duración, aunque no se distingue el principio del final en un interminable bucle, donde vemos proyectadas sobre la pared de la sala numerosas imágenes clónicas de cuerpos desnudos creadas a partir de un único espécimen, un ser sin alma, un autómata, un maniquí flexible y maleable que, multiplicado, realiza incesantes movimientos en los que, además de correr, penetra literalmente el cuerpo virtual de sus congéneres robotizados y sin pensamiento. Los cuerpos se mueven como las bandadas de pájaros, todos a la vez, dejando constancia de que están desprovistos de individualidad. José Carlos Casado medita, pues, sobre la utopía tecnológica, sobre un hipotético futuro colectivo gregario y unidimensional. Lo fascinante es observar la perfección técnica del resultado y conocer el proceso de trabajo. Se necesitaron 10 ordenadores de última generación funcionando sin descanso durante 45 días para renderizar (procesar) la obra. El cuerpo inicial ha sido creado a partir de un punto o de una línea, usando un programa de ordenador que permite ir configurando un cuerpo con absoluta apariencia de realidad y sobresaliente perfección anatómica. La realidad virtual enfrentada a la realidad nuestra diaria y cotidiana. La composición musical que acompaña a esta turbadora combinación de ciencia, belleza y perfección, dibuja un bucle cada cinco minutos, sin que tampoco se distinga el principio del fin. La otra serie, Agnus Dei, se inspira en una de las composiciones más excelsas de Zurbarán, el cuadro del mismo título del que el pintor barroco hizo varias versiones y en el que se ve, prodigiosamente pintado, un cordero atado y dispuesto para el sacrificio. Su absoluta indefensión, su «expresión inefable de mansedumbre celestial», al decir de María Luisa Caturla, la convierte irónicamente Casado en la imagen, dispuesta en parecida posición y con un juego de claroscuro de procedencia caravaggesca, de un frágil e inerme héroe estadounidense, una suerte de superman que ha perdido todos sus poderes y, como se ve en una de las mejores fotografías de la serie, cae vertiginosamente y sin término desde el cielo. Es el futuro del poder norteamericano en el mundo lo que se plantea aquí José Carlos Casado, dejando entrever la amenazadora competencia de Asia en las numerosas fotografías de ese continente que acompañan al héroe caído y desamparado. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de febrero de 2006
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