Naturaleza  primigenia

Fotografía. Juan Ramón Martín Catoira.

Galería Nova. Málaga. Paseo de Sancha, 6. Hasta el 29 de julio de 2004.

Hace mucho tiempo que están superadas   —para algunos espíritus de la época incluso desde el momento en que fueron pronunciadas—   las célebres palabras de Baudelaire contenidas en su breve texto «El público moderno y la fotografía» y en las que se refería a esta última como una Fotografía de la costa almeriense de Juan Ramón Martín Catoira (2004).«sencilla criada» incapaz de alcanzar el estatus artístico que le correspondía a la pintura. El pictorialismo, en cierto modo, halla su raíz en la humilde actitud de servicio de la fotografía respecto de la pintura, aunque también es verdad que cuando aquélla se niega a servir a ésta se convierte en una especie de figura crítica que, como ha apuntado el profesor Francisco Caja, denuncia la enorme distancia del arte respecto de la sociedad.

La obra de Juan Ramón Martín Catoira (Málaga, 1960) es un ejemplo actual de independencia fotográfica y de simultánea búsqueda de la belleza, esto es, de síntesis entre la autonomía indiscutida del género y la calidad artística a la que legítimamente aspira. Sus hermosos paisajes de la provincia de Almería, especialmente los que tienen como protagonista el mar, encuentran su referente más lejano en Gustave Le Gray, legendario pionero que en 1856 consiguió las primeras instantáneas de olas y nubes, intensos paisajes marinos que, a diferencia de lo que creía el poeta francés, inspiraron algunos cuadros de Courbet.

Pero las bellísimas fotografías en blanco y negro de Catoira, con esos delicados virajes cromáticos obtenidos mediante manipulación química en el laboratorio, a quien de verdad nos evoca es a Ansel Adams, no porque el fotógrafo malagueño imite al estadounidense, sino porque su obra nos transmite una parecida sensación de encontrarnos con una naturaleza primigenia, con un paisaje puro, primordial, solitario y orgulloso de su sobrecogedora grandeza. Ese estado de ánimo en el espectador lo consigue Catoira, sobre todo, gracias a un original encuadre, una notable limpieza tonal y un eficaz contraste entre las luces y las sombras.

 

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 2 de julio de 2004