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Nueva lectura de Eugenio Chicano sobre la naturaleza muerta Pintura. Eugenio Chicano. Visitación a las naturalezas muertas de vanguardia y contemporáneas. Sala Italcable. Málaga. Plaza de la Legión Española, s/nº. Hasta el 14 de mayo de 2011. Hace algo menos de un lustro Eugenio Chicano (Málaga, 1935) volvía a sorprendernos a todos con su «revisitación» del bodegón clásico de la gran pintura barroca europea, interpretando de manera originalísima y con una inmensa sabiduría plástica uno de los géneros pictóricos más genuinos del siglo XVII. Ahora, en esta nueva exposición, acompañada de un brillante y riguroso estudio en el catálogo del Profesor de la Universidad de Málaga Juan Antonio Sánchez López. vuelve otra vez a impresionarnos con la continuación de aquella serie, esta vez dedicada al bodegón de la vanguardia histórica y contemporáneo. Lo primero que llama la atención es, indudablemente, su extraordinaria capacidad de trabajo, ya que la serie ha sido realizada en un par de años y hay que tener en cuenta que acaba de cumplir los setenta y cinco. Un trabajo infatigable, lleno de humildad y de respeto hacia la gran pintura clásica y moderna, donde, precisamente por eso, por conocer las dificultades intrínsecas enormes que supone pintar un buen cuadro, Eugenio Chicano no pretende presumir de nada, pero, silenciosamente, nos está dando al mismo tiempo una enorme lección, de buen hacer, de experiencia y de sabiduría en todos los recursos propios de la pintura, desde la composición y la luz, hasta el empleo del color y la definición del dibujo. Hay quien maliciosamente ha querido encuadrar a Eugenio Chicano como un cartelista, un diseñador de carteles. Eugenio Chicano no sólo no es un cartelista, sino que es el pintor moderno más importante de Málaga y uno de los más destacados de su generación en España. Es uno de los pocos, que desde fechas relativamente tempranas, se adscribió al lenguaje del pop, en el que siempre se ha desenvuelto con gran comodidad, cosa que él nunca ha negado. Su lenguaje visual es perfectamente comprensible, esto es, como si estuviese dotado de una peculiar pedagogía de la imagen que le permitiese transmitir con absoluta nitidez el mensaje que desea. Persona verdaderamente culta, que conoce muy bien la historia del arte y de la pintura en particular, gran lector de poesía, Eugenio Chicano es una de las personas que mejor saben «ver» y analizar un cuadro. En Málaga no hay nadie que le supere en esa perspicacia frente a la pintura; en este aspecto sólo puede comparársele Francisco Hernández. Asombra el conocimiento que Eugenio Chicano tiene de la pintura, de la auténtica pintura, al comprobar cómo ha sido capaz de dirigirse a lo esencial de los bodegones que ha reinterpretado, cómo ha sabido seleccionar del cuadro los iconemas estrictamente necesarios para identificar al pintor homenajeado. Este ejercicio, el de interpretar a otros maestros, que lo han practicado todos los grandes, es uno en los que el pintor más aprende, por la atención extrema que tiene que poner en la obra que relee. Sería prácticamente imposible referirse a los mejores de estos cuadros, pues todos son magníficos, aunque está especialmente logrado el dedicado a Las señoritas de Avignon, con ese maravilloso bodegón al que Leo Steinberg adjudicaba una simbología sexual, por su eje de penetración en el cuadro; o el dedicado a Joaquín Torres García, significativamente el único tridimensional de la muestra, en rigor una esculto-pintura, muy en consonancia con el constructivismo del uruguayo. Por supuesto, sabe valerse con absoluta maestría de los colores planos, en contraposición a las figuras que simulan ser modeladas a base de luces y sombras, en las que siempre ha podido advertirse un cierto expresionismo en Chicano. De igual modo que introduce con exquisita elegancia ese elemento que lo identifica exclusivamente a él, bien sea una cinta, o unos trazos paralelos. Toda una lección, en definitiva, de extraordinaria pintura, sustentada en un sólido discurso teórico, precisamente en unos tiempos donde muchos, que desconocen el oficio y no saben dibujar, se refugian en un discurso vacío y hueco.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 16 de abril de 2011
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