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Autorreferencialidad icónica Pintura. Chema Cobo. Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 20 de diciembre de 2004.
A diferencia de su lenguaje más
habitual desde que irrumpiese en el panorama artístico madrileño a mediados de
los setenta, caracterizado por el empleo permanente de la paradoja y del enigma,
así
como por la inclusión de personajes recurrentes como el jocker, una especie de
bufón o de guasón al que, como en la baraja, se puede echar mano en un momento
de apuro sabiendo que va a ayudarte en descifrar algunos de los códigos de la
realidad, en esta ocasión Chema Cobo (Tarifa, 1952) ha preferido optar por la
dualidad de una manera explícita. También la duplicidad y el tema de los
gemelos, por ejemplo, ha estado presente en anteriores trabajos suyos, pero
ahora hace un uso muy directo de la confrontación entre imágenes aparentemente
opuestas, como si nos ofreciera el envés y el derecho de una situación o una
circunstancia. En realidad, Chema
Cobo, en esta exposición, significativamente titulada «Sin sueño», trata una
vez más de llegar a la paradoja y al enigma por otros caminos, lo que tampoco
debe sorprender en un autor que no ha ocultado su admiración por los
cuadros-enigma realizados por ciertos pintores del Renacimiento alemán e
italiano. Pero aquí quiere centrar nuestra atención en la crisis de la imagen,
en el agotamiento del poder de la imagen artística en estas sociedades
hiperdesarrolladas del capitalismo tardío en las que la imagen estética parece
derrotada por la publicidad, el diseño y los iconos que vomitan los media. La
sobreproducción de imágenes ha generado una nueva forma de analfabetismo icónico,
del mismo modo que la hiperinformación de internet está provocando un nuevo
tipo de analfabetismo funcional. Sobre todo en los dípticos,
la dualidad entre un rostro humano que revela dolor y angustia espiritual, en
cualquier caso alineación, locura o neurosis, con un espacio vacío, una
habitación ausente de contenido personal y humano, asistimos a una especie de
metáforas de la nada, de la insustancialidad del mundo actual. A Chema Cobo le
interesa dislocar las imágenes, someterlas a un proceso de análisis y
desmontaje estructural para finalmente transmitirnos la idea de que al fin y al
cabo la imagen nace y muere en ella misma, es una pura autorreferencialidad. Y
todo ello lo dice, muy conscientemente, a través de la pintura, del óleo sobre
lienzo, pues la crisis de la pintura no es en el fondo más que una crisis del
talento y de la inteligencia. En otro de los cuadros más inquietantes de la muestra, Al filo del ojo, el propio artista parece autorretratarse con un rostro lleno de pequeñas heridas y parcialmente cubierto por la mano, por entre cuyos dedos asoma el ojo, el ojo del artista que ve espantado el espectáculo degradante y obsceno tanto de la sociedad opulenta como de la sociedad atrasada y fanática, una visión de la que el pintor sólo puede dejar constancia, pues él está aquí para eso, para observar, analizar y diseccionar la realidad.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 29 de noviembre de 2004
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