Panorama de los noventa

34 piezas de la colección de arte contemporáneo de la Fundación Coca-Cola España

Diversas técnicas. Colección de la Fundación Coca-Cola.

Sala Alameda. Málaga. C/ Alameda Principal, 19. Hasta el 21 de febrero de 1999.

Al menos en un aspecto que resulta crucial, bien pudiera decirse que la joven colección de arte contemporáneo de la Fundación Coca-Cola España es la colección de Fernando Francés; en efecto, salvo las iniciales adquisiciones, realizadas en 1994 y como todas las posteriores exclusivamente entre las galerías participantes en la Feria Internacional de Arco, encomiable medida en pro del auge de nuestro raquítico mercado en ese sector, el resto de las compras hasta completar las alrededor de 170 piezas de que consta en la actualidad han sido decididas por el mencionado crítico, circunstancia sólo en parte atenuada por el hecho de que en los dos últimos años Francés ha contado con la estrecha colaboración del también crítico de arte Miguel Fernández Cid, cuyo reciente nombramiento como director del Centro Gallego de Arte Contemporáneo arroja alguna incertidumbre sobre su continuidad en esa tarea.

Si hago esta consideración preliminar es porque me parece imprescindible no sólo para comprender en su justa dimensión el perfil y las características generales de la colección, sino sobre todo porque permite una valoración razonablemente objetiva de las ventajas e inconvenientes que se desprenden de semejante modo cuasi unipersonal de actuación. Entre las primeras, la hipotética unidad de criterio y cohesión del repertorio; entre los segundos, la casi absoluta ausencia, al no haber existido hasta ahora una plural comisión de compra, de un contraste de opiniones críticas, con los riesgos que ello implica. Un buen ejemplo de estos últimos lo tenemos, paradójicamente, en el que, sin embargo, podría erigirse en signo más visible y acertado de aquella unidad de criterio, esto es, la decisión de ceñir la procedencia geográfica y temporal de las obras a autores españoles y al decenio de los noventa, a la postre un tanto confusa por incluir piezas poco representativas de creadores cuyo lenguaje quedó definido en las décadas precedentes y que en nada explican el cambio operado por la generación surgida en los noventa. En cuanto a los miembros de esta postrera hornada, la colección refleja sin duda con fidelidad el paisaje ecléctico y extraordinariamente diverso de la producción actual, aunque se resiente de algunas concesiones excesivas a los dictados impuestos por la moda y el mercado, ejemplificadas con nitidez en el sobrevalorado trabajo de Susy Gómez. Con todo, me parece una oportunidad recomendable para tomar el pulso al rabiosamente heterogéneo y en muchos casos desconcertante panorama de esta ya moribunda centuria, dominado más por la ambigüedad y la incertidumbre que por la clara transparencia y la tonificante certeza.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 9 de enero de 1999