El cuerpo como sombra

Instalación. Isaac Cordal.

Galería Javier Marín. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 19 de abril de 2008.

La reflexión escultórica de Isaac Cordal (Pontevedra, 1974) se centra principalmente en la desmaterialización del cuerpo, en su carácter evanescente, en su transparencia, en su capacidad de proyectar sombras inmateriales, inasibles, y todo eso lo hace a partir de sus investigaciones acerca de la ductilidad, maleabilidad y plasticidad de la materia, en concreto del alambre, de la malla metálica, Vista parcial de la instalación de Isaac Cordal. 2008. sorprendentemente moldeada y adaptada a la forma deseada por el artista. La primera consecuencia de estas intervenciones, por tanto, tiene que ver con las posibilidades que Cordal extrae de un material pobre y sencillo como el alambre, al que da forma tridimensional antropomórfica, que, de manera intencionada, juega visualmente con efectos tecnológicos y digitales complejos, tratando de mostrar la trampa que muchas veces se esconde tras el culto a la tecnología como un fin en sí mismo y la necesidad de recuperar la relación directa entre la mano y el material.

Pero la instalación creada con cuatro camas literas en uno de los espacios de la galería trasciende, naturalmente, la reflexión sobre el propio material y se adentra en los dominios del pensamiento puro y de la poesía. Un foco de luz encima de cada litera, que gracias a un diminuto motor se eleva y desciende, permite que el cuerpo moldeado con alambre del lecho superior se proyecte como sombra sobre el lecho inferior de la litera, alcanzando o perdiendo definición, según se aproxime o aleje la luz, o se hinche o desinfle la ropa de cama por efecto de unos ventiladores situados debajo de las literas. Estas sombras corpóreas, intangibles, lábiles, que se nos escapan mientras se desparraman por la superficie de la cama, y que cuando consiguen momentáneamente estar definidas se parecen mucho al efecto del Autorretrato de Eusebio Sempere de 1970, hecho con un programa informático diseñado por Florentino Briones, estas sombras, digo, evocan inevitablemente las descritas por Platón en la alegoría de la caverna, como una ilusión de los sentidos, un alejamiento respecto de la verdadera realidad, la realidad del espíritu y de las ideas que nuestro mundo actual frívolo desprecia o ridiculiza.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 28 de marzo de 2008