|
La interrupción del discurso narrativo Pintura. Dexter Dalwood. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 28 de noviembre de 2010.
Formado en el Central Saint Martins College of Art & Design y en el Royal College of Art, ambos en Londres, Dexter Dalwood (Bristol, Reino Unido, 1960), que antes de dedicarse por entero a la pintura había sentido una fuerte inclinación por la música, experimenta en un momento determinado la necesidad de comprender la realidad a través de la pintura partiendo de trozos de esa misma realidad, como si dijéramos una realidad descompuesta en diferentes visiones a modo de un collage, cuadritos pequeños e independientes en sí mismos, que él durante mucho tiempo se ha negado a exponer, y que posteriormente, algunos de ellos, se combinan y agrupan en un cuadro mucho mayor, en el que podemos creernos delante de un rompecabezas, pero que, atendiendo a sus fuentes originarias, puede fácilmente recomponerse y dar paso a una completa coherencia. Sus puntos de partida suelen ser la biografía, la literatura y los acontecimientos históricos, aunque, a diferencia de lo que pudiera esperarse, el resultado no es en absoluto literario o dominado por la historia, sino intensamente plástico, pictórico. Es verdad que siempre le ha fascinado la técnica de William Burroughs de partir en trozos un escrito y juntar los pedazos después aleatoriamente, como si de esta manera pudiera reconstruirse el mundo. Para Dalwood la realidad se ve continuamente interrumpida; de ahí el interés que ha tenido desde siempre por el cine de Jean-Luc Godard, filmado y montado como si se tratase de un collage. Pero esto no significa que a Dalwood le interese el collage como técnica o como fin en sí mismo, sino como génesis de la pintura final. En cuanto a las posibles influencias, él mismo ha reconocido su posición de epígono respecto de la Factory de Andy Warhol, de igual modo que ha querido marcar distancias respecto de Gerhard Richter y sus pinturas borrosas basadas en fotografías. Para Dalwood los problemas específicos de la pintura y de la superficie pintada son primordiales y preeminentes respecto a la problemática entre pintura y fotografía. Tampoco oculta determinadas influencias, muy visibles de otra parte en sus composiciones; por ejemplo, Picasso, Matisse y Francis Bacon. El que aparezca una naturaleza muerta picassiana en forma de calavera de la segunda mitad del decenio de 1940 en el cuadro Yalta, es suficientemente explícito como elemento simbólico, así como las referencias geográficas a la península de Crimea. O por ejemplo la referencia a la célebre «Habitación en rojo» de Matisse en Diana Vreeland, un cuadro que homenajea a la famosa columnista y editora especializada en temas de moda femenina. El lenguaje simbólico de Dalwood está perfectamente acabado en lienzos como Nixon’s Departure, de 2001, en el que el día exacto de la dimisión del Presidente se confunde, al modo picassiano, con la fecha de ejecución del cuadro, y en donde el resquebrajamiento de la Casa Blanca en la zona donde está situado el Despacho Oval tiene una gran carga simbólica en relación con el título. Dalwood pretende averiguar si la pintura puede dar respuesta a los interrogantes del hombre contemporáneo, y lo hace convencido de que la pintura requiere un enorme esfuerzo y disciplina, una dedicación constante, lo que ni mucho menos garantiza un resultado satisfactorio.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 20 de noviembre de 2010.
|