El reino de la fantasía

Pintura. Dis Berlin. Retorno a Wonderland.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19, 1º. Hasta el 27 de noviembre de 2006.

 

La pintura de Dis Berlin (Ciria, Soria, 1959) está presidida por una desbordante imaginación y un embelesamiento primigenio y casi infantil por los territorios oníricos de la fantasía. La perdurable huella infantil en el espíritu y en la actitud ante el mundo de Dis Berlin, hay que entenderla en el más noble sentido, esto es, como una suerte de tesoro escondido depositario de la más pura inocencia que Dis Berlin. "Lady Ikebana", 2006. Óleo sobre algodón. 54,3 x 46 cm.guardase su alma, animada de una insaciable curiosidad ante el espectáculo del mundo y, aún más, ante la infinita variedad de la creación artística en todas sus formas, desde la literatura y el cine hasta la pintura, la arquitectura y la ciencia. En cierto modo Dis Berlin es un poeta de la pintura, un pintor con alma de poeta cuya obra se sustenta en la más elegante y exquisita conjunción entre imaginación y símbolo. Su geografía imaginaria se nutre tanto de Lewis Carroll como de la Blancanieves de Disney o la pintura metafísica de Giorgio De Chirico. Pero sus referencias culturales e iconográficas son literalmente inabarcables: desde los cuentos de Las mil y una noches hasta Los viajes de Gulliver, desde Carpaccio y la pintura veneciana hasta los pintores de Valori Plastici, desde el clasicismo de John Ford y Orson Welles hasta el realismo poético de Marcel Carné. Hace ocho años, con motivo de su retrospectiva en el IVAM, Juan Manuel Bonet ya desbrozó en un extenso y erudito Diccionario disberlinesco sus obsesiones, gustos y predilecciones estéticas.

Los cuadros de pequeño y mediano formato que presenta ahora en Málaga, pintados todos ellos con óleo sobre lino o sobre un lienzo de algodón, pero siempre apoyando la tela sobre un soporte firme de madera, suponen una vuelta a un tipo de pintura en donde las formas psicodélicas y los arabescos han sido en gran parte sustituidos por unas formas pulcramente dibujadas, con tonalidades apagadas y colores poco saturados, donde las figuras humanas, las escenas y los paisajes dejan traslucir una cierta atmósfera misteriosa y un aroma de melancolía, reminiscencia de esa declarada pasión del pintor por el romanticismo alemán en general y Friedrich en particular. Salvo un conjunto de cuadros que suponen un regreso a ese territorio inventado por su imaginario en 1991, Wonderland, un país compuesto de islas volcánicas suspendidas en el cielo, caminos rocosos casi impracticables, castillos inexpugnables y lagos de aguas procelosas, el resto de las piezas se distinguen por su refinado y culto simbolismo, por sus secretos ávidos de desciframiento, por su mirada intensamente apasionada pero al mismo tiempo irónicamente distanciada por lo único que compensa en este mundo, después de la correspondencia del ser amado y la entrega a los otros: los océanos infinitos de la más alta cultura, en la que también Dis Berlin incluye a una nómina que parece hecha para iniciados de autores olvidados y sepultados por el polvo de la historia.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de noviembre de 2006