Las formas de la heterodoxia

Trece artistas vinculados a Málaga exponen sus últimas disidencias con los lenguajes tradicionales.

Diversas técnicas. Colectiva.

Sala de arte municipal. Málaga. C/ Ramos Marín, s/n. Hasta el 31 de diciembre de 1998.

Desde aquel ya lejano y legendario acto radical, sin duda uno de los escasos instantes verdaderamente fundacionales de la contemporaneidad artística, en que Marcel Duchamp expuso un urinario firmándolo con un nombre cualquiera, Mutt, las fronteras entre lo que puede o no considerarse como arte son, para irritación y desesperación del público e incómoda tesitura para los críticos, difíciles de establecer. El valor estético del objeto, venía a decirnos Duchamp, no depende del objeto en sí ni tampoco está determinado por un procedimiento técnico, sino que se basa en el juicio formulado por un sujeto, esto es, en un acto mental, en una actitud distinta frente a la realidad. Hace muy pocos días, siguiendo esa misma estela, el gran creador estadounidense Robert Rauschenberg volvía a recordarnos que arte puede ser cualquier cosa. La cuestión, claro está, estriba en saber no tanto de qué cosa se trata, sino de qué modo y con qué intención ha de ser manipulada para alcanzar el estatuto de artística. Pues lo que tampoco parece que pueda negarse es la importancia que en este debate haya de concederse al cómo, a la manera en que el artista se expresa a través de los objetos de la realidad, sin olvidarnos, en cuanto elemento revelador del juicio estético, de la trayectoria entera de ese artista, del conjunto de manifestaciones expresivas que lo diferencian de otros, así como de la existencia de un pensamiento que soporte con cierta consistencia su discurso plástico.

Es posible que estos y otros razonamientos de similar naturaleza resulten convenientes a la hora de analizar y evaluar una exposición como la que comentamos, pero, y perdónenme los aficionados el prurito genealógico, sin ocultar que lo que se presenta aquí bajo el enfático título de Disidencias hace ya bastante tiempo que constituye un catálogo suficientemente contrastado y aceptado por la institución arte de formas de expresión y actitudes ante el hecho artístico, sin menoscabo de que en esta ocasión percibamos algún que otro planteamiento original y ciertamente interesante. Sin embargo, más que la tarea de destacar el acierto de unos trabajos frente a otros, el crítico se ve en la necesidad de constatar lo evidente: en Málaga, circunstancia por lo demás también observable en otras ciudades del resto de España, hay un sólido y potente núcleo de artistas pertenecientes a la generación surgida en la primera mitad de los noventa, sin excluir alguno activo desde el decenio anterior, que, con independencia de la dispersión y heterogeneidad de sus propuestas, ofrecen en común un marcado acento ideológico, crítico sobre todo con el estado de alienación de nuestras sociedades postindustriales, y una clara predisposición a valerse de cualquier medio como vehículo expresivo, con la consiguiente desintegración de los géneros tradicionales, aunque, y esta es una de las grandezas del arte, seguro que también podríamos seleccionar en nuestra ciudad una muestra de pintores disidentes.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 28 de noviembre de 1998