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Arqueología de los sentidos Vinculada a propuestas y espacios alternativos, la obra de Victoria Encinas potencia las relaciones sinestésicas. Instalación, pintura y fotografía. Victoria Encinas. Sala Alameda. Málaga. C/ Alameda Principal, 19. Hasta el 25 de marzo de 2001. Relacionada
desde mediados los ochenta con espacios artísticos alternativos de la escena
madrileña, como por ejemplo Poisson Soluble, que crea y dirige entre 1984-85, o
el Garaje Pemasa, donde expuso el año pasado, Victoria Encinas (Madrid, 1962)
se ha distinguido hasta ahora por desarrollar una propuesta estética personal
voluntariamente alejada de los circuitos artísticos convencionales, opuesta a
los tradicionales intereses de la institución-arte, propensa al análisis de
los mecanismos que convierten cualquier objeto en mercancía, crítica respecto
de los uniformados comportamientos consumistas de la sociedad posindustrial, y
heterodoxa en cuanto a la selección y empleo de los materiales, de composición
muy variada y de los que Encinas enfatiza de modo especial sus propiedades
sensoriales (aspereza, suavidad, ligereza, dureza, viscosidad), desplegando así
todo un complejo abanico de relaciones sinestésicas. Tanto si se trata de
instalaciones, pinturas o fotografías, la obra de Encinas, que no creo que
tenga nada que ver con un arte de género (feminista), subraya las características
físicas y, por tanto, sensitivas de los materiales, aunque destacando sobre
todo las correspondencias táctiles-visuales. Las obras más agresivas y contundentes de la muestra, en la misma línea de las que expuso en Viscoelástica, inciden, apoyadas en las peculiaridades físicas del material plástico empleado, en la mencionada crítica dirigida contra nuestros hábitos de consumo, que aquí adquieren una representación grosera y obscena, semejando enormes tripas de embutidos colgados en la pared de una imaginaria tienda de chacinas, y que en el caso de Sistema omnívoro en campo rojo refuerza por su cromatismo encendido la connotación dramática que encierra. Recuperar un recuerdo, por su parte, es una instalación con forma de tendedero de gran tamaño especialmente concebida para el espacio central de la sala Alameda, realizada con una variada gama de materiales (fibras, plásticos, fotografías, algas) y cuya indudable aura poética quizás esté relacionada con las evocaciones autobiográficas y las relaciones sinestésicas, de contenido preverbal, que despierta. Las esculturas hechas con caucho, y a las que en ocasiones incorpora fibra o sostiene con una estructura metálica, al margen de sus seductoras cualidades táctiles, precisamente por estar confeccionadas con trozos cosidos y jirones, pueden ser interpretadas como metáforas de la fragilidad de la condición humana, o bien del carácter fragmentario de nuestros deseos y de nuestra percepción de la realidad, aunque otras veces inciden en aspectos más orgánicos y escatológicos. Las pinturas, de extraordinaria calidad plástica, son, además de una reivindicación del puro placer de pintar, un ejercicio analítico de las propiedades luminosas de los colores y de los efectos ilusionistas que pueden obtenerse a través de un delicado tratamiento de las sombras. Pero es en las fotografías de piezas de porcelana donde quizás resuene con mayor intensidad esa voz íntima de Victoria Encinas hecha de ausencias, de vacíos, de resonancias de un añorado paisaje espiritual del lejano oriente. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 19 de marzo de 2001
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