La
belleza del gótico tardío en Flandes
El
esplendor de Flandes. Arte en Bruselas, Amberes y Malinas en los siglos XV y XVI
Museo
Municipal. Málaga. Paseo de Reding, 1. Hasta el 29 de agosto de 1999.
La feliz coincidencia de dos espléndidas
exposiciones en Málaga durante los meses de estío, la de cuadros de paisaje
pertenecientes a la colección de Carmen Thyssen-Bornemisza que se exhibe en el
Palacio Episcopal, y ésta que ahora nos ocupa, 150 piezas entre retablos,
fragmentos de retablos, tallas de madera, relieves, muebles, objetos de metal y
tapices procedentes de los Museos Reales de Arte e Historia de Bruselas que
certifican el extraordinario desarrollo económico y el alto nivel artístico
alcanzado por los Países Bajos meridionales durante los siglos XV y XVI, esa
contingencia, decía, quizás por vez primera puede afirmarse que no se debe
tanto al azar y sus caprichos cuanto a un progresivo y sincero interés de los
responsables públicos y algunas entidades privadas en mejorar la calidad de la
oferta cultural de la ciudad y, de manera señalada, la relacionada con las
artes visuales. Una de las condiciones indispensables para ese florecimiento es
sin duda la dotación de infraestructuras adecuadas, un capítulo en el que
todavía existen importantes carencias, pero que ha avanzado sustancialmente en
los últimos años. Ejemplo de ello es el edificio de Federico Orellana que
acoge la muestra, un espacio que la ocasión ha revelado pleno de
potencialidades. Un museo sin contenido, es cierto, pero que si sus gestores,
hasta que se defina y comience a vislumbrarse aquél, consiguen llenarlo
regularmente con exposiciones de esta o parecida valía, habrá cumplido con
creces las expectativas que su inauguración despertó entre los aficionados.
Comisariada
con riguroso conocimiento y exquisita sensibilidad por la directora del
Departamento de escultura del riquísimo museo bruselense, Antoinette Huysmans,
esta hermosísima muestra patrocinada por «la Caixa», maravillosamente montada
y de la que se ha editado un magnífico catálogo, es un deslumbrante recorrido
por algunos de los mejores ejemplos, exceptuando la pintura, del arte flamenco
durante el gótico tardío y el primer renacimiento, una época particularmente
fértil de la historia del arte europeo, como corresponde a la pujanza económica
alcanzada por la activa sociedad de comerciantes y artesanos que hicieron de los
territorios dependientes del ducado de Borgoña, a pesar de que no faltaron
prolongados periodos de recesión y fuertes enfrentamientos entre las clases
privilegiadas y el creciente poder de los duques, un vigoroso enclave del
naciente capitalismo. Un periodo, además, de transición, en el que los modelos
medievales comienzan a ser sustituidos por las revolucionarias aportaciones de
los primitivos flamencos, en especial el magisterio ejercido por Van der Weyden,
y, posteriormente, por los de procedencia italiana. Una época, en fin, capaz de
producir piezas tan magistrales como la santa Otilia esculpida en madera por Jan
van Steffensweert, cuyo porte aristocrático, delicada ejecución y rica
decoración pintada podemos todos sentirnos orgullosos de contemplar ahora en
esta bella ciudad mediterránea.
©Enrique
Castaños Alés
Publicado
originalmente en el diario Sur de Málaga el 1 de agosto de 1999