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La figura humana en la fotografía del siglo veinte
Fotografía. De lo humano. Fotografía internacional 1900 – 1950. Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Hasta el 25 de mayo de 2008.
En el catálogo de la primera exposición Dada que se realizó en Berlín en 1920, Wieland Herzfelde, hermano del revolucionario autor de fotomontajes John Heartfield, dejaba ya expresada con meridiana claridad el nuevo papel de la fotografía en la centuria que se presentaba por delante: «La pintura tuvo una vez la finalidad expresa de registrar la apariencia de las cosas que las personas no podían llegar a conocer con sus propios ojos. Hoy esa tarea ha sido emprendida por la fotografía y el cine, y es lograda de manera incomparablemente mejor y más perfecta que lo que la pintura haya llegado nunca a obtener». A continuación continúa diciendo que no por eso la pintura tiene que morir, sino que lo que ha conseguido es emanciparse de la realidad, del mismo modo que el dadaísmo es la reacción ante todo intento de negar lo objetivo. Herzfelde escribe a los pocos meses de terminarse la Gran Guerra, en el escenario de una Europa arruinada y sometida a vertiginosos cambios. Uno de los aspectos que mejor refleja esta magnífica exposición, «De lo humano. Fotografía internacional 1900 – 1950», es precisamente la extraordinaria transformación que se está produciendo en el mundo occidental durante las décadas de 1920 y 1930, especialmente en los Estados Unidos, que asiste al nacimiento de la nueva sociedad de consumo masivo en el marco de una economía capitalista muy desarrollada, junto a las innovaciones producidas por la compra a crédito y las agresivas técnicas de propaganda. La incipiente recuperación económica alemana a partir de 1925, sin embargo, se trunca bruscamente desde 1930 con la crisis bursátil norteamericana, abriéndose así paso rápido el nacionalsocialismo. Todo este mundo convulso y agitado, de acelerados cambios en el estilo de vida y cuyo exponente más claro es posiblemente lo que Ortega denominó la «rebelión de las masas», lo refleja de manera incomparable la fotografía, junto con el cine, sin duda, la técnica que más fielmente recoge la imagen de la centuria. La misma fotografía abandona desde los años veinte el pictorialismo decimonónico, su subordinación estética a la pintura, y se adentra por arriesgadas sendas de experimentación, como demuestran el collage fotográfico, el fotomontaje, las sobreimpresiones y otras innovaciones creadas en el laboratorio. La preeminencia indiscutible de Estados Unidos y de Alemania en todo este proceso de descubrimientos icónicos en el campo de la fotografía, puede comprobarse en la muestra con el número de representantes de ambos países, muy superior al de otras nacionalidades, donde nos encontramos fotógrafos de Polonia, Reino Unido, Austria, Hungría, España, Francia, Rusia, Holanda, Italia, República Checa, Suiza, Suecia y Bélgica. La exposición se centra, además, en la figura humana, en el cuerpo y en el retrato como género, aunque con una inmensa variedad de acercamientos al sujeto: retratos de niños; de profesionales liberales, artistas, escritores, músicos y actores; de miembros de pueblos primitivos, de emigrantes desempleados, de vagabundos y mendigos, de personas anónimas; autorretratos; de empleados, oficinistas y obreros industriales; de damas de la alta sociedad y de prostitutas; de políticos, de tipos castizos, de soldados y de revolucionarios. En algunos casos, como en el de Moholy-Nagy, el afán experimental es muy visible; en otros, como en Rodchenko, la ideología revolucionaria antiburguesa; en otros, como en Heinrich Kühn, el propósito esteticista; en algunos, como en Martien Coppens, la indagación humana y psicológica; en otros, como en Eugene Smith, la poética simbólica, o la inmersión surrealista, como en Herbert Bayer. En definitiva, una muestra imprescindible que recorre selectivamente la mejor fotografía de la primera mitad del siglo pasado. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de abril de 2008
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