Estrategia
de la ambigüedad
La
equívoca propuesta de Pablo Genovés plantea una nueva dialéctica entre
pintura y fotografía
Fotografía.
Pablo Genovés.
Galería
Marín Galy. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 11 de marzo de 2000.
De igual modo que las sociedades
posindustriales contemporáneas, a pesar de la tendencia dominante en favor del
pensamiento único y de la globalización, y no obstante los crecientes brotes
de racismo y xenofobia, están irremisiblemente abocadas al multiculturalismo y
al mestizaje, también el arte de nuestros días, caracterizado en términos
generales por la presión del mercado en pro de uniformizar el gusto y potenciar
modelos artísticos política y estéticamente correctos, ofrece ejemplos que
escapan al control institucional y se desparraman por entre los intersticios de
la realidad, introduciéndose por las más recónditas fisuras de la gélida y
monolítica conciencia del sujeto burgués de la dominación. En este sentido,
dos de los signos distintivos del nuevo alumbramiento estético, cierto que
todavía minoritarios y reducidos a círculos que gustan de cultivar la
transgresión como figura pedagógica decisiva en la formación integral del
individuo, son la incorporación de propuestas artísticas extraoccidentales, en
un intento de recuperar el espíritu que animó a ciertos movimientos de la
vanguardia histórica, como el cubismo y el expresionismo, y el mestizaje entre
los géneros.
Estrechamente
emparentada con la segunda de esas orientaciones, la obra de Pablo Genovés
(Madrid, 1959) es un arriesgado, inquietante y lúcido diálogo entre pintura y
fotografía, donde además puede observarse un uso reflexivo e inteligente del
ordenador como herramienta de trabajo. La principal diferencia entre su
propuesta y la de, pongamos por caso, Ian Wallace, artista canadiense con el que
ha sido puesto más de una vez en relación, es que mientras éste contrapone en
sus obras, siguiendo un orden ortogonal, campos abstractos e irreferenciales de
color y fotografías sin manipular de la realidad objetiva, esto es, la pura
idealidad subjetiva frente al frío intelectualismo objetivista, Pablo Genovés,
más que enfrentarlos, practica con ambos géneros una sutil estrategia de la
ambigüedad y del equívoco, de tal manera que no sólo la pintura pierde
aquella carga aurática de la que hablaba Benjamin, haciéndose visible la
realidad fotográfica ante la preponderancia perceptiva de la pintura, sino que,
como muy bien ha sabido apreciarlo Mira Pastor, «subvierte la frialdad mediática»
de la fotografía mediante la cálida y emocional presencia de la pintura, a su
vez manipulada mediante su tratamiento informático.
La serie
titulada Extravíos, de la que aquí
se ofrece una selección, recupera imágenes de viejas revistas ilustradas de
los años veinte y treinta, imágenes que conviven en extraña simbiosis con
densas y cremosas pinceladas de pintura, auténtica pintura aplicada sobre un
lienzo cuya imagen fotográfica se retoca y manipula en el ordenador, superponiéndola,
imbricándola y confundiéndola con aquellas fotografías de época, dando así
como resultado una obra en la que los límites de la definición física y ontológica
del género se desvanecen. Una obra que, de modo parecido a la realizada por
Sigmar Polke en los ochenta, abre nuevos campos a la interacción entre el
objeto, el sujeto y la mirada, difuminando los límites entre objetividad y
subjetividad.
©Enrique
Castaños Alés
Publicado
originalmente en el diario Sur de Málaga el 12 de febrero de 2000