Substitutos digitales

Fotografía. Pablo Genovés.

Galería Marín Galy. Málaga. C/ Duquesa de Parcent, 12. Hasta el 5 de enero de 2002.

En el apéndice que Helmut Schneider escribió al final del clásico ensayo Arte y fotografía, de Otto Stelzer, nos dice que «la historia de la pintura en la era de la fotografía está determinada en muchos aspectos por el encuentro entre dos medios que se buscaban mutuamente, pero que también se rehuían». Por su parte, Man Ray formuló de este modo su relación con ambas técnicas: «Lo que no puedo pintar, lo fotografío, y lo que puedo fotografiar no lo pintaré». Cada una a su manera, estas dos opiniones manifiestan el conflictivo trato que han mantenido entre sí pintura y fotografía durante el último siglo y medio, aunque tanto una como otra no cabe duda que han terminado beneficiándose de ese contacto. Donde quizás más explícitamente se aprecia ese mutuo provecho es en el mestizaje, en el derrumbamiento de las fronteras entre ambos géneros tan patente en muchas de las propuestas artísticas del decenio que acaba de finalizar, y entre las que la obra de Pablo Genovés (Madrid, 1959) ocupa ya un lugar de referencia.

En esta su segunda exposición en Málaga, Genovés continúa aplicando la misma técnica para la realización de sus obras: fotografías de cuadros pintados por él mismo, sometidas a una variada e imprevisible gama de distorsiones y manipulaciones a través del ordenador, esto es, mediante su digitalización informática, con lo cual pone en íntimo contacto tres medios, pintura, fotografía y nuevas tecnologías, y cuyo resultado son unos productos en los que late físicamente esa intensa serie de interferencias e interrelaciones. La novedad más significativa está ahora en la gama de color y en el tono cromático general de las composiciones, que han abandonado el característico tenebrismo y oscurecimiento de hace un par de años, reflejo de un pesimismo crítico respecto de la ideología y los usos sociales dominantes, y se inclinan por los tonos claros, muy irónicos en el fondo y en correspondencia con el clima de optimismo tan extendido en los países de occidente hasta hace tres meses. Los temas también han experimentado un cierto cambio, pues si bien continúan desarrollándose motivos como la relación de pareja, el erotismo y el consumismo compulsivo, lo hacen de modo que enfatizan una iconografía vinculada al lenguaje del pop y a los medios de comunicación de masas. Con todo, lo más singular de estas obras es ese aspecto cremoso y mantecoso de las figuras, como si se estuviesen derritiendo por efecto del calor, sutil metáfora de la descomposición de un mundo y de un sistema de valores muy ufano de sí mismo, pero que carece de puntos de apoyo sólidos y perdurables.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de diciembre de 2001