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El simulacro de una nación Pintura. Curro González. Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 7 de diciembre de 2003.
La América que persigue el
joven Karl Rossmann en la inacaba novela de Kafka es todavía una tierra de
promisión y de esperanza, en la que el Gran Teatro de Oklahoma
es una prefiguración del Paraíso y representa la posibilidad de
alcanzar la felicidad. Los Estados Unidos de América que representa irónicamente
Curro González (Sevilla, 1960) no sólo se han distanciado peligrosamente del
liberalismo de los padres fundadores y han dejado de representar la posibilidad
de alcanzar la utopía, como creyera Robert Owen cuando fundó la comunidad
ideal de New Harmony, sino que han confundido las nociones del bien y del mal, más
exactamente aún, han convertido su existencia y transcurrir cotidianos, su
inserción en la historia, en un gigantesco simulacro. Para ofrecer esta
imagen crítica del imperio americano, nada mejor, como hace Curro González,
que verlo a través del prisma deformado de los parques de atracciones,
quintaesencia, junto con la conocida firma de hamburguesas, de la materialización
del simulacro y del logro de la felicidad ingenua o simplemente basada en la
ignorancia. Pero, se pregunta Curro González, ¿son en verdad tan ingenuos, tan
buenos y tan idealistas estos norteamericanos de la época imperial? A todas
luces parece ser que no, que incluso puede hablarse de una forma de perversión
en su conducta, ya que tratarían de extirpar fuera el mal que llevan dentro,
aunque el pintor sevillano no aclara si esa corrupción es natural, como pretendía
Hobbes, o adquirida, como pensaba Rousseau. Definitivamente, Alicia ha perdido
la inocencia. Las imágenes de Curro González ofrecen, aun en su deformación intencionada, un encuadre y un punto de vista cinematográfico, irresistible conexión entre la prosaica realidad y la fábrica de sueños. Quizás la obra más conseguida sea, con su eficaz perspectiva y sus amplias sombras, Mientras Ícaro cae, irónica versión del mito, sobre todo por la indiferencia del transcurrir cotidiano en derredor, pero en la que también se adivina un goce en la realización de la pura pintura. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 25 de noviembre de 2003
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