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La lucidez de un visionario La serie completa de los Disparates de Goya según las ediciones póstumas de 1864 y 1877 Grabado. Goya. Los Disparates. Fundación Pablo Ruiz Picasso. Málaga. Plaza de la Merced, 15. Hasta el 20 de junio de 1999. A fin de evitar equívocos y situar en su justa dimensión las limitaciones que plantea, precisemos ante todo qué se exhibe en esta muestra. De un lado, la edición que, previa compra en 1862, realizó la Academia de San Fernando en 1864, bajo el título de Los Proverbios, de dieciocho planchas de cobre grabadas por Goya con la técnica del aguafuerte y que presumiblemente debían de formar parte de una serie, conocida hoy como los Disparates, en la que el aragonés trabajó entre 1816-1824. De otro, la edición que la revista francesa L’Art hizo en 1877 de otras cuatro planchas dispersas que habían pertenecido a Eugenio Lucas y que también se supone formaban parte de la misma serie goyesca. Contra lo que pudiera pensarse, esta edición póstuma de la Academia (la serie no fue publicada en vida de Goya), habitualmente tomada desde entonces como referencia, lejos de mejorar nuestro conocimiento o de resolver los enormes problemas de interpretación de la serie, en cierto modo los agrava. En
realidad, según ha señalado Eleanor A. Sayre, las dificultades comienzan desde
el momento en que no sólo no ha llegado hasta nosotros una maqueta de la serie
de los Disparates, sino que tampoco
disponemos de información consistente sobre las estampas. Ello nos priva de
saber en qué orden hubiese Goya dispuesto las estampas para su publicación,
sin duda un valioso elemento para aclarar el significado de muchas de ellas (el
orden establecido por la Academia, según la citada estudiosa, parece basarse en
una edición de hacia 1848 que guarda
el Museo de Boston). En segundo lugar, no es seguro que las veintidós planchas
hubieran de formar parte de la serie (en 1816, en el juego maquetado de la Tauromaquia,
Goya incluye como plancha 34 la descrita como Modo
de volar). En tercer lugar, salvo catorce estampas que llevan en la parte
baja breves títulos escritos con lápiz de grafito de mano del artista, no
sabemos cuáles hubieran sido los títulos originales del resto de la serie. En
cuarto término, sólo se conocen pruebas de artista de dieciséis de las
veintidós estampas, y de ellas sólo algunas son pruebas de artista completas,
con aguafuerte y aguatinta. En este sentido, la atinada opinión de Sayre de que
los Disparates de la edición de 1864
«están lejos de poder transmitir el poder y la belleza de las estampas
originales, y no pueden conseguir el intrincado, delicado y revelador dibujo de
las tonalidades de luces y las sombras, que muestran las pruebas tiradas por el
propio Goya sobre papel español verjurado, de principios del siglo XIX», se
confirma con sólo cotejar las estampas de la Academia con las pruebas de estado
propiedad de diversas colecciones. Al margen de los naturales cambios entre los
dibujos preparatorios y las pruebas y de estas entre sí, en la edición de la
Academia hay zonas y figuras enteramente alteradas respecto de las pruebas
hechas por el pintor. En definitiva, una enigmática serie, cada vez más
interpretada en clave ilustrada, pero donde el genio visionario de Goya quizás
nunca pueda ser descifrado por completo. ©Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 10 de abril de 1999
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