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La pluralidad lingüística de Rodney Graham Fotografía, serigrafía, vídeo y objetos. Rodney Graham. A Glass of Beer. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 15 de junio de 2008. Las obras más difundidas de Rodney Graham (Vancouver, 1949) en España son sus conocidas fotografías de árboles al revés, las mejores de finales de 1980, y que presentan una inequívoca filiación neoconceptual: en vez de los depósitos de agua y de las casas de entramado de los Becher, estos árboles de frondosa copa están relacionados con un ámbito que desde siempre ha interesado al creador canadiense: la fenomenología de la percepción. Pero Graham es un artista polifacético y multidisciplinar que ha explorado prácticamente todos los campos de la creación artística, siendo quizás el de la composición musical el que más le singularice. En este territorio, sus inclinaciones humanísticas y eruditas le han llevado, por ejemplo, a realizar concienzudas investigaciones para fundamentar con rigor científico sus piezas musicales, como es el caso de Escuela de velocidad y de Parsifal, una anamorfosis musical en palabras de Robert Linsley, sobre las que el propio Graham publicó un estupendo artículo en febrero de 1996 en la revista Acción Paralela, afirmando que el tema que le preocupaba en ellas era el de la velocidad musical, para lo que se remonta a los cálculos del musicólogo Vincenzo Galilei, padre de Galileo Galilei, y a los ejercicios para piano Escuela de velocidad de Carl Czerny, el profesor de Liszt, aplicando a partir de ahí un método matemático que terminaría dando como resultado que Parsifal tardaría en ser interpretada 39 billones de años. Lo que llama la atención en el modo de proceder de Graham es la intervención del azar. Pareciera como si éste fuera haciendo avanzar la investigación y la simultánea creación artística. De las obras expuestas en Málaga, hay una especialmente representativa, y que es la que da título a la muestra. Se inspira en un cuadro que le dio enorme fama a Manet, Le Bon Bock, de 1873, donde, además de plasmar la oposición entre lo frío (el vaso) y lo caliente (la pipa), enfrenta al orondo y satisfecho personaje con el espectador, su propio espejo. «El hombre es un espejo para el hombre», escribió Merleau-Ponty y nos recuerda a propósito de esta pintura Ángel González García. Pero como la obra de Graham es una serigrafía sobre un espejo, resulta inevitable la comparación con Pistoletto, un autor admirado por el canadiense. Pero mientras el artista povera, que se vale de la técnica de la decalcomanía, se sirve del espejo como metáfora de la pintura y obliga al espectador a tener una presencia virtual en una realidad que le es ajena, Rodney Graham, que se mueve aquí entre el pop y lo kitsch, hace un autorretrato plagado de referencias cultas a la historia de la pintura.
© Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 6 de junio de 2008
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