Las formas primigenias

Resonancias africanas y referencias contemporáneas impregnan la obra del escultor británico Robert Harding

Escultura. Robert Harding.

Casa Fuerte de Bezmiliana. Rincón de la Victoria (Málaga). Hasta el 6 de febrero de 2000.

 

El carácter singular de la producción de Robert Harding (Birmingham, Reino Unido, 1951) deriva tanto de su actitud ante el proceso de elaboración de la materia escultórica, caracterizado por una intención deliberadamente artesanal, como de la distinta procedencia de sus fuentes de inspiración, principalmente las formas de la naturaleza, las culturas preindustriales africanas y la escultura contemporánea de occidente. Aunque nacido en Inglaterra, Harding ha vivido toda su infancia y juventud en diversos países del África meridional (Zambia, Zimbabue, Namibia y sobre todo la República Sudafricana) que a pesar de haber sido antiguos territorios coloniales europeos y haber estado sometidos en consecuencia a una fuerte aculturación, han logrado preservar muchas de sus antiguas costumbres, ritos y expresiones artísticas. En este sentido, las influencias más duraderas en su obra provienen de los zulúes y de la región de Zambia. Por si todo este mestizaje estético no fuese suficiente, a partir de 1978 su establecimiento en la comarca oriental malagueña de la Axarquía, de por sí un territorio geográfico en donde confluyen múltiples corrientes culturales procedentes de la cuenca mediterránea, le ha facilitado el contacto con el substrato cultural africano. La familiaridad con la tradición de la vanguardia, de otro lado, encuentra su natural explicación en los frecuentes viajes que realiza por países europeos y americanos.

El resultado de todo este cruce de influencias es una obra de honda raíz artesana en la que los materiales tradicionales conviven con algunos otros industriales y en donde las formas orgánicas de la naturaleza entran en fructífero diálogo con otras estrictamente geométricas. Entre los materiales, los más empleados son el zinc para las caras y superficies que ofrecen los objetos, el plomo para las soldaduras y tallos de apariencia vegetal de algunas esculturas, el acero inoxidable, el cobre, la piedra, el cemento y la madera, en este último caso o bien de olivo, aprovechando entonces la forma retorcida y sinuosa de las ramas, o bien, más generalmente, iroko, una madera tropical parecida a la teca pero más dura y resistente, cuyos tonos claros Harding disimula u oculta chamuscándola o pintándola con óleo de un intenso azul ultramar. Las formas naturales, casi siempre semillas o vainas vegetales, adoptan por su parte una simplificación geométrica que evidencia el aspecto conceptual del trabajo artístico del autor. Asimismo, estos objetos, que rememoran los ritmos del crecimiento de las plantas, la fertilidad de la tierra, los utensilios domésticos y las armas guerreras de las tribus autóctonas del sur de África, no sólo son proclives al empleo de las leyes de la simetría y dejan huellas sutiles de su filiación estética contemporánea, como en una figura femenina en piedra cuyo elegante perfil y estriada superficie recuerda a Brancusi, sino que a veces conjugan armoniosamente la pura forma escultórica con la utilidad práctica del objeto, como en la bella pieza titulada Forma de banco, donde la figura animal que la inspira ha sido estilizada hasta el límite de sus posibilidades.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 29 de enero de 2000