La ataraxia de los objetos

Una calma imperturbable preside estas naturalezas muertas del pintor estadounidense Robert Harvey.

Pintura. Robert Harvey.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 26 de abril de 1998.

 

Sin que hayan transcurrido todavía dos años desde su última individual en noviembre de 1996, el estadounidense Robert Harvey (Lexington, Carolina del Norte, 1924) vuelve a exponer en el mismo ámbito de la galería Alfredo Viñas un nuevo ciclo pictórico que, aun pudiendo ser considerado en más de un aspecto continuación del inmediatamente anterior, ofrece, sin embargo, significativas y, en algunos casos, sutiles transformaciones temáticas y lingüísticas, demostrativas de la dinámica evolución creadora en la obra reciente de este veterano artista.

Entre las características que más estrechamente relacionan una y otra muestra sobresalen los inconfundibles formatos rectangulares en posición vertical de tamaño medio de los cuadros   —a pesar de la curiosa paradoja de que la pieza emblemática y, a mi juicio, más notable de la exposición, entre otras razones por la extraordinaria capacidad de síntesis que encierra, Mesa con 18 elementos, presenta una disposición horizontal de reiterada linealidad narrativa—, la técnica, acrílico sobre tela, con que han sido realizados, si bien ahora la paleta se ha aclarado, alcanzando delicadas transparencias, en numerosas zonas de la superficie del lienzo, y el eficaz recurso compositivo de situar un amplio espacio vacío de color plano ocupando las dos terceras partes superiores del cuadro, procedimiento que cuando es radicalmente alterado, como ocurre en el titulado Cuatro manzanas, determinado por un bajo nivel de visión, precisamente por eliminar la posibilidad de descanso de la mirada en los objetos representados, acrecienta la dimensión estática, monumental y gravitacional del conjunto.

Las principales novedades, de otro lado, atañen, en primer lugar, al tema, sobrias y despojadas naturalezas muertas que, sin embargo, rememoran la serie precedente en un hecho fundamental: también aquí se trata de reinterpretar imágenes de la pintura clásica, sólo que las figuras humanas descontextualizadas de varios de los más célebres cuadros de la historia del arte occidental han sido sustituidas por bodegones de filiación barroca, especialmente de la escuela española, pero inspirados también en ciertas obras de Caravaggio, la pintura clasicista francesa y Cézanne; en segundo lugar, al moderado uso que se hace del trompe l’oeil para representar algunos objetos, en concreto los manteles que cubren las mesas, así como el artificio ilusionista con que se pintan los reflejos de la luz sobre la materia inanimada;  en último término, a la imperturbable calma y serenidad, la ataraxia en definitiva que se desprende de estas desnudas composiciones, ejemplos inequívocos de una mística de las cosas humildes y sencillas por la que resueltamente se inclina en estos momentos la pintura de Robert Harvey.

 

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de abril de 1998