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El autorretrato como catarsis Escultura y dibujo. Secundino Hernández. Galería Casaborne. Antequera. Callejón La Gloria, 1. Hasta el 3 de abril de 2008. La obra escultórica más reciente de Secundino Hernández (Madrid, 1975) son estos relieves hechos con aluminio que ahora expone en Casaborne, deliberadamente primitivos, semiabstractos, a modo de lejanas evocaciones de los signos encontrados en los abrigos rupestres del mesolítico y del neolítico, especialmente en el Levante español. El anterior diseño minimalista de sus esculturas de hace unos años, sin que se pierda del todo la economía de medios y de materiales, acentúa lo grotesco, lo caricaturesco, lo procaz, lo obsceno o la simple burla. Pero esta burla es burla de sí mismo, de su propia efigie ante el espejo, que descompone, disecciona, fragmenta y disuelve hasta convertirla en irreconocible, una especie de garabato infantil, o un diagrama, o un plano de un poblado calcolítico. Si Secundino Hernández se fija en su propio rostro es para desacralizar la seriedad del arte, para reírse de sí mismo, para mostrar también la delgada línea que separa la razón del inconsciente. Y lo hace concediéndole una extrema importancia a la textura del material, a la sensación de relieve en contraposición al plano, al concepto de forma cerrada en oposición al de forma abierta, recurriendo a dibujos geométricos muy sencillos, simétricos, o bien esquematizando las partes del cuerpo y originando tensión entre unos miembros y otros. El mismo concepto es el que está presente en los dibujos, de una extremada soltura, un gesto libre e inmediato con el que da forma sintética a una presencia corporal.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 28 de marzo de 2008
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