La multiplicidad del lugar

Sobre las videoinstalaciones de José Iranzo

 

 

A pesar de haberse ya clausurado, la reciente exposición de las últimas videoinstalaciones de José Iranzo (Málaga, 1966), celebrada en el Museo Provincial de Bellas Artes de Málaga y cuyo patrocinio y organización han correspondido a la Dirección General de Cultura de la Universidad malacitana, en colaboración con el Ateneo de la ciudad, bien merece un comentario a posteriori, sobradamente justificado por la escasa frecuencia con que este tipo de muestras se prodigan entre nosotros, la alta calidad estética de la obra expuesta y la diversidad de sugerencias de lectura que provoca.

La producción de José Iranzo, desde su primera exhibición colectiva madrileña en 1988, siempre me ha parecido plenamente identificada con aquella sucinta idea que podía leerse en uno de los paneles explicativos de la exposición Procesos, celebrada en el Centro de Arte Reina Sofía en mayo de 1986: «La cultura es una. Los instrumentos con que se crea, conserva y difunde, muchos. Y cambiantes a lo largo de la historia». En efecto, Iranzo           —cuya juventud no le impide gozar de una sólida trayectoria, cimentada en el aprendizaje directo de videoartistas de la talla de Bill Viola, Nan Hoover y Mary Lucier, y en el estrecho contacto con los principales centros europeos de renovación de la imagen, como es el caso de Austria, país en el que cursa en la actualidad el doctorado en la Facultad de Ciencias de Viena, y donde, en la ciudad de Linz, está funcionando desde septiembre el Ars Electronica Center, primer museo de arte digital en el que, asimismo, se propone un nuevo concepto de museología cibernética—   pertenece, y no hay que asombrarse de ello, a la que todavía pudiéramos llamar tradición humanista de las artes; incluso se vale, sin complejos de ninguna clase, de métodos de investigación tradicionales de la ciencia historiográfica, aunque, en consonancia con los presupuestos de la vanguardia y la neovanguardia, que en no poca medida son también los del humanismo renacentista, no sólo se interesa por la relación entre el arte y el conocimiento científico, sino que aprovecha cualquier recurso que las modernas tecnologías ponen hoy a disposición del artista para desarrollar su trabajo, tanto ahora como entonces un ejercicio intelectual de profundización en el conocimiento de la realidad.

En la instalación que daba nombre a la muestra, Politopía, y que al coincidir con el inminente cambio de uso del lugar de acogimiento (la próxima conversión del Museo Provincial en Museo Picasso) parecía estar transida de una nostálgica atmósfera crepuscular, Iranzo llevaba a cabo, a partir precisamente de ese mismo espacio físico concreto que servía de marco a la exposición   —el blanco patio neomudéjar proyectado por Enrique Atencia en los cincuenta, una imitación a escala más reducida del patio mudéjar del siglo XVI del convento de las Clarisas de Vélez-Málaga, con anterioridad restaurado por ese arquitecto—, una sugestiva reflexión, sustraída en todo momento a la linealidad del discurso académico, sobre la correspondencia entre las nociones espacio-temporales de obra original, copia y simulación, dialéctica sutil que se veía enriquecida con la posibilidad de acceso del interesado a la recreación virtual del monumento a través de Internet. De otro lado, la simultánea proyección de las imágenes de la toma de hábitos de una novicia de la India en el claustro veleño, era presentada por Iranzo, lo que no comparto, como una crítica de la alineación del estado religioso. En las restantes piezas exhibidas, o bien se requería la complicidad del espectador, caso de Escultura para humo y de Línea del horizonte, esta última una doble incursión en la teoría del perspectivismo y en el concepto de «estabilidad», o bien se adoptaba una posición nítidamente disconforme respecto a los «vacíos» que la especulación inmobiliaria va dejando en la ciudad, disolviendo así nuestra memoria en ella (Espacios ausentes), o bien se hacían algunas consideraciones sobre el ritmo, la luz y la tendencia general del Universo a la entropía (Autobahn).

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Málaga - Costa del Sol el 21 de mayo de 1997