Metáforas de un viaje al pasado

Instalación, impresión digital y grabado. Elena Jiménez.

Casa Fuerte de Bezmiliana. Rincón de la Victoria (Málaga). Avenida del Mediterráneo, s/n. Hasta el 4 de marzo de 2007.

 

Inmersa desde hace tiempo en una investigación en donde la preocupación básica es la relación del hombre con la naturaleza y con su entorno, Elena Jiménez (Alicante, 1965) nos propone en esta primera individual en Málaga una nueva reflexión acerca de las Una de las obras de Elena Jiménez perteneciente a la serie "Brobdingnag". Serigrafía y laca sobre metacrilato. 50 x 50 cm.condiciones sociales del artista contemporáneo, su problemática relación con el pasado de la historia del arte y el conocimiento de su propia subjetividad. Para ello se vale de diferentes técnicas, medios y procedimientos, desde la impresión digital, los recortes de papel y la instalación, hasta la pintura, el grabado y la serigrafía. Su discurso, además, toma como referencia el conocido libro Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, en concreto aquella parte del relato en que Gulliver, después de su experiencia en Liliput, llega a Brobdingnag, la tierra de los gigantes, donde él ahora tiene una escala con respecto a ellos semejante a la que anteriormente tenían los liliputienses respecto a él, pero en donde, a diferencia de la bondad natural de los liliputienses, reflejo de las clases campesinas británicas, ahora es la codicia la imperante, tal y como correspondía a buena parte de la aristocracia según la percepción del sarcástico escritor. La metáfora de Elena Jiménez consiste en adoptar un punto de vista relativo, equidistante, tanto en relación al pasado, a las imágenes que han nutrido nuestra memoria, como en relación al presente, a la enmarañada y complicada situación en la que hoy se debate el artista, huérfano de asideros.

La pieza capital de la muestra es una suerte de teatro de marionetas, una instalación hecha con laca y metacrilato en la que se ofrecen a nuestra vista diversas figuras y siluetas entresacadas de célebres cuadros, desde La Venus del espejo de Velázquez y El matrimonio Arnolfini de Juan Van Eyck, hasta El patizambo de Ribera y el Almuerzo sobre la hierba de Manet. Siluetas rojas que, a su vez, son manipuladas por unas manos decididas y seguras. Como si la frontera entre lo manual y el conocimiento se desdibujase, como si, frente a la manipulación de la memoria y el apropiacionismo, el artista sólo tuviese que atender a su propio interior. Eso es lo que parece deducirse si contemplamos las otras piezas, abstractas, informalistas, subjetivas, transidas por una naturaleza virgen y primigenia.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 2 de marzo de 2007