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Revisión de un pionero de la abstracción
Pintura y dibujo. František Kupka. Obras de la colección del Centro Pompidou de París. Museo Picasso Málaga. C/ San Agustín, 8. Hasta el 25 de abril de 2010.
Compuesta por 45 óleos y 33 dibujos sobre papel procedentes en su práctica totalidad de la colección del Centro Pompidou, esta extraordinaria muestra dedicada a František Kupka (Opočno, República Checa, 1871 – Puteaux, cerca de París, 1957), la más completa de las realizadas hasta ahora por el Museo Picasso Málaga a un artista, supone una inmejorable oportunidad para reencontrarse y revisar la producción de uno de los padres fundadores de la abstracción moderna, el primero sin duda junto con Vasili Kandinsky, pues tiene obras plenamente abstractas de 1910-1911, y sus célebres Planos verticales son de 1912. Kupka llega a la abstracción después de un recorrido evolutivo coherente, como le ocurriera a Piet Mondrian. Basta ver el fondo de un cuadro como Ruban bleu, de 1910, para cerciorarse de ello. Las largas y anchas pinceladas de amarillo, superpuestas a todos los otros colores, cobran aquí vida propia e independiente. Hasta ese momento, Kupka había estado claramente influenciado por el simbolismo y el postimpresionismo, y, teniendo en cuenta sus años de Viena y el estrecho contacto con Centroeuropa, a pesar de residir en París desde 1896, no es ni mucho menos ajeno a las exquisiteces cromáticas de la Sezession. Desde 1895 mantuvo una inalterable amistad con el crítico austriaco Arthur Roessler, del círculo de Gustav Klimt y de Egon Schiele. En 1906 está próximo a la obra simbolista de Kandinsky, en 1908 demuestra no desconocer en absoluto las innovaciones hechas con el color por los fauves, como se comprueba en La Petite Fille au ballon, y en 1909 y buena parte de 1910 ejecuta unas figuras de cabareteras, prostitutas y gente de mal vivir de un cromatismo vivo y muy expresivo que recuerda al holandés Kees van Dongen, situado entre los fauves y Die Brücke. ¿Qué le conduce finalmente a la abstracción? Él mismo nos lo adelanta en una carta de 1904: «En mi opinión… no es necesario pintar los árboles, pues vemos ejemplares más perfectos en las calles… Yo pinto, sí, pero sólo los conceptos, o dicho de otra forma, síntesis, acordes y ese tipo de cosas». Este deseo de «purismo», de pintura pura, es el que le lleva a frecuentar las reuniones que culminarán en la creación de la Section d’Or, grupo del que se retira muy pronto, en 1912, aunque seguiría manteniendo amistad con muchos de sus miembros, sobre todo con los hermanos Marcel y Gaston Duchamp (éste último, conocido artísticamente como Jacques Villon), y preocupado por esos intereses que giran en torno a la geometría no euclidiana y al número áureo. Guillaume Apollinaire fue de los primeros en percibir su extraordinaria aportación, bautizando como «Orfismo» esta pintura que «extrae su dinamismo de sí misma». Kupka, que se había acercado de joven al espiritismo e incluso llegó a ganarse la vida durante un corto tiempo como médium, y que tuvo escarceos vegetarianos, siempre se sintió atraído por la teosofía, además de por Federico Nietzsche y Arturo Schopenhauer. Sus intenciones son claras. En 1929 le escribe a Theo van Doesburg: «No creo que en pintura la creación resida en otro aspecto que no sea el de la representación del concepto (idea) ya depurado». Un punto de inflexión serán sus Disques de Newton, en realidad un estudio de fuga de los colores en sentido musical, una obra que influyó en Robert Delaunay. Además de la música, la pintura abstracta de Kupka revela una de sus fuentes inspiradoras más sólidas en el simbolismo místico y en las corrientes subjetivistas del pensamiento, frente a esa tendencia cartesiana que se atrinchera en una fría y racional geometrización. Mucho después, en 1931, participó en la fundación del grupo Abstracción-Creación. Se confirma su creencia: nada debe ser dibujado ni pintado a partir de la naturaleza. Es la vía opuesta a Paul Cézanne y al cubismo. En 1935 Alfred Hamilton Barr Jr. lo selecciona para la gran exposición del MoMA Cubismo y Arte Abstracto, del año siguiente. La «sensibilidad de la ausencia del objeto», que es como Kasimir Malevich se refería a la abstracción, fue el gran logro de František Kupka. © Enrique Castaños Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 20 de marzo de 2010
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