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La serenidad intemporal de Elena Laverón Escultura y pintura. Elena Laverón. El espacio habitado. Centro de Exposiciones de Benalmádena. Avenida de Antonio Machado, 33. Hasta el 10 de junio de 2007. Las principales referencias de la obra de Elena Laverón (Ceuta, 1938) se encuentran en la escultura contemporánea de la segunda mitad del siglo pasado, aunque en rigor sus modelos proceden cuando menos de los ensayos experimentales de Degas, de los trabajos en cera de Medardo Rosso, de Rodin y de Camille Claudel, es decir, de toda la escultura posterior al realismo de Meunier, preocupada en la transitoriedad de las cosas y en la fugacidad de la existencia que conecta con la sensibilidad impresionista. Pero a Elena Laverón, más que ese rasgo que incide en lo efímero de las cosas, lo que le interesa de aquellos autores es el carácter experimental de su obra, los nuevos temas y el aspecto blando en ocasiones de las formas, autores que le permiten enlazar, a través de Maillol y del clasicismo mediterraneísta, con la escultura de Matisse, sobre todo con sus desnudos. Después, sus puntos de apoyo han sido Picasso, el Picasso de La dama oferente y de El hombre del cordero, toda la obra de Henri Moore y muy especialmente la producción entera de Barbara Hepworth, la gran escultora británica de las formas perforadas a partir de 1931, activa participante del grupo Unit One, con Moore y Ben Nicholson, entre otros, y entusiasta de la forma orgánica. Este organicismo es quizás el ideal estético más firme y visible de la obra de Elena Laverón, un organicismo que ella también admira en la arquitectura, en esa simbiosis e interpenetración entre arquitectura y naturaleza que puede observarse en algunas obras de Frank Lloyd Wright. Para comprender la referencia a Hepworth, bastaría con establecer una comparación entre algunas de las piezas más logradas de esta última, como Conoid, Sphere and Hollow II, de 1937, y Two Forms (Orkney), de 1967, ambas en mármol, con la espléndida escultura de Laverón Mujer recostada en tres módulos, de 1989, en mármol travertino. La filiación formal y espiritual de la obra de la creadora andaluza es muy semejante a la de la escultora británica, siendo una de las características más notables la monumentalidad, la concepción de la obra como si estuviese destinada a convertirse en monumento público. Esta última dimensión es muy importante en Laverón, siendo su más reciente aportación en tal sentido, la gigantesca Figura en tres módulos que hay a la entrada del campus universitario de Málaga, una obra de síntesis asombrosa, de diseño limpio y purísimo. Elena Laverón es una de las más destacadas escultoras españolas vivas. Su obra, de una serena intemporalidad, de un clasicismo hedonista que hunde sus raíces en las Cícladas y en Grecia, está muy bien representada en esta magnífica exposición, sin duda de visita obligada para todos los aficionados.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 18 de mayo de 2007
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