La síntesis de la forma

La pintura de Jorge Lindell procede a una depuración de la forma a partir de los materiales de la memoria.

Pintura. Jorge Lindell.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 4 de marzo de 2000.

La principal novedad ocurrida en la pintura de Jorge Lindell (Málaga, 1930) desde 1996, fecha de su anterior individual en este mismo ámbito, ha sido la síntesis a que se ha visto sometida la forma, que ahora, además, lo cual podría resultar paradójico, se nutre con una distanciada sabiduría de los depósitos de la memoria. En aquella muestra abundaban las composiciones caracterizadas por la abertura y disolución del espacio plástico, entendido a la manera de campos cromáticos relacionados entre sí y poblados de signos elementales y figuras irregulares. A pesar de la lograda armonía de los tonos, había en estos lienzos una intencionada desestructuración, un calculado universo material entrópico. En aquel mismo año, de otro lado, Lindell comienza a pintar una importante serie de cuadros de gran formato cuyo tema es siempre el bodegón y en los que se vislumbra un significativo cambio estilístico, no tanto en relación a las mezclas de color cuanto a la ordenación del espacio, firmemente sustentado ahora en planos geométricos.

La exposición actual, precisamente, arranca de la última realizada de estas naturalezas muertas, una espléndida tela donde se percibe con claridad la profunda asimilación de algunas de las principales conquistas visuales llevadas a cabo por las vanguardias en este siglo, en concreto el cubismo, la abstracción no geométrica y el informalismo. Por sí solo este cuadro, en sí un epítome de la pintura de Jorge Lindell, nos proporciona la que quizá sea la más destacada constante estética de su autor, esto es, la creación de un cosmos personal en el que se desdibujan las fronteras entre la abstracción y la figuración, donde la sugerencia del mundo de la realidad natural, raíz de la inspiración del artista, se acompaña de una desinhibida gestualidad y donde la deuda con la construcción en planos del cubismo amortigua la tendencia expresiva de las manchas de color.

A partir de ahí, los otros cuadros de la muestra son un ejercicio de síntesis de las experiencias del pintor en sus frecuentes viajes a Marruecos, de los que sobre todo se percibe la huella de la arquitectura popular y el interior de las desalhajadas estancias domésticas. En uno de ellos, la silueta lejana de un oasis se ha estilizado hasta el límite, haciendo las veces el rectilíneo tronco de una palmera de poderoso eje compositivo central, segmento divisorio entre las desnudas edificaciones de ambos lados que se recortan en el azul del cielo. En otros casos, Lindell emplea una sintaxis deliberadamente primitiva, como cuando organiza la composición en torno a un vetusto espejo entresacado del laberinto de sus recuerdos, pero suprimiendo las posibles alusiones simbólicas y desechando los artificios visuales propios de la perspectiva como sistema de representación. Esta obsesión simplificadora, tiene, en fin, consumados ejemplos en un lienzo donde una contundente forma geométrica opaca se recorta sobre un denso fondo negro y en la serie dedicada a las habitaciones, donde los planos de color y las gruesas líneas negras que los encierran parecen ser un trasunto de los límites del mundo o bien un enigmático diagrama del espíritu.

©Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 19 de febrero de 2000