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Un arte argumental Grabado. Jorge Lindell. Museo del Grabado Español Contemporáneo. C/ Hospital Bazán, s/n. Marbella. Hasta el 23 de noviembre de 2002. A medida que transcurren los
años y pueden ser enjuiciadas con una mayor y más nítida perspectiva, la
figura y la obra de Jorge Lindell (Málaga, 1930) se agigantan en un doble
sentido: tanto en lo que se refiere a la valoración crítica y estética de su
producción, como en lo que atañe a su contribución en el desarrollo de la plástica
de vanguardia en su ciudad natal y en toda la región andaluza. No sólo fue el
primer artista que mostró unas claras y decididas intenciones de renovación
lingüística en el yermo panorama de la Málaga de mediados del decenio de
1950, sino que su actitud ante el hecho artístico se ha caracterizado siempre
por un compromiso ideológico, en el sentido de enfatizar la función político-social
y pedagógica del arte, y por un notable impulso dinamizador, estimulando la
creación de grupos, provocando y participando en múltiples debates,
organizando actividades relacionadas con la práctica artística y dedicando una
parte de su quehacer a la enseñanza, especialmente del grabado calcográfico. Aunque esta exposición
se centra en la producción gráfica de Lindell realizada en los últimos diez años,
no está de más recordar que su interés por el grabado se remonta al periodo
antes indicado, siendo concretamente a principios de 1958 cuando, en compañía
de Stefan von Reiswitz, aprende aquella técnica a través del colombiano
Guillermo Silva Santamaría. En 1970, junto al citado pintor muniqués y al
estadounidense Robert McDonald, funda el taller de grabado El Pesebre, emblemático
por su carácter pionero y experimental en el progreso de la estampa en Málaga
y en Andalucía. Entre 1979 y los primeros ochenta, como miembro del grupo de
vanguardia Palmo, imparte eficaces lecciones en esta dirección. En la
actualidad, continúa, como desde hace años, editando sus propios grabados en
Ataurique, el modesto taller de su propiedad. Las piezas de la actual muestra, unas reuniendo la técnica del aguafuerte y de la aguatinta, y otras empleando el procedimiento xilográfico, ponen de relieve su arraigada condición de rayador, su pasión y entusiasmo por recrearse en la superficie de la plancha, realizando incisiones y experimentando, pero también su inclinación primaria por la mancha y el gesto, su preocupación por la matización de los tonos, su refinado e intelectual sentido de lo decorativo y el sutil equilibrio de sus grabados entre la abstracción y una casi imperceptible figuración, que en el fondo lo que trasluce es una profunda vocación argumental.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 11 de noviembre de 2002
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