El paisaje entendido como planos de color

Pintura. Jorge Lindell. Obra reciente.

Galería Alfredo Viñas. Málaga. C/ José Denis Belgrano, 19. Hasta el 21 de julio de 2007.

El aspecto más relevante de esta exposición individual de obra última de Jorge Lindell (Málaga, 1930) es su decidida tendencia hacia el silencio, hacia los componentes no narrativos de la pintura, hacia la síntesis esencial de la forma entendida como planos superpuestos Jorge Lindell. "Sin título", 2006. Técnica mixta sobre lienzo. 100 x 81 cm. de color. Tanto el motivo de sus composiciones como el tratamiento formal y la gama cromática, relaciona espiritualmente a Lindell con dos autores de sensibilidad muy diferente, pero que también se caracterizaron por el despojamiento de lo accesorio y la búsqueda de lo verdaderamente central. Me refiero a Godofredo Ortega Muñoz y a Juan Manuel Caneja, uno extremeño y el otro palentino, pero ambos intérpretes ascéticos del paisaje castellano, sobre todo la producción correspondiente a las décadas de 1960 y 1970 del primero y a la obra de los ochenta del segundo, lienzos en ambos casos atemperados de color, desnudos, esenciales, de un silencio casi religioso.

También Jorge Lindell ha optado por reducir la gama cromática de sus cuadros, aunque el efecto primero sea el de la variedad y la exaltación. Azules, verdes, pardos, blancos y grises son los colores a partir de los cuales el pintor lleva a cabo las combinaciones y las mezclas, del mismo modo que los aludidos planos de color son en realidad bandas horizontales, zonas trapezoidales superpuestas unas encima de las otras, o colocadas de manera adyacente y yuxtapuesta, pero dejando siempre la huella de la pincelada sobre la tela, pues en Lindell nunca ha habido nada de la frialdad pop y sí en cambio ha conservado a lo largo de los años la subjetividad expresionista del informalismo de su juventud.

Unas veces es el azul del cielo o el del mar, otras el verde de los campos o la aspereza color tierra de las montañas la que singulariza las notas de un paisaje en el que la naturaleza se convierte en puro espacio plástico, en ocasiones de una intensa belleza, como en ese inmarcesible paisaje verde azulado para el que sólo bastaría una palabra para definirlo: sosiego. Tranquilidad espiritual que emana de la obra de un pintor instalado hace tiempo en una plena lucidez creadora.

© Enrique Castaños Alés

Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 6 de julio de 2007