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Chema Lumbreras ironiza sobre los recuerdos Escultura y dibujo. Chema Lumbreras. Centro Cultural Provincial. Málaga. C/ Ollerías, s/n. Hasta el 10 de enero de 2005. Esta exposición individual es la primera en la que Chema Lumbreras (Málaga, 1957) presenta públicamente sus esculturas, una actividad a la que viene dedicándose con creciente entusiasmo en el último año y de la que sólo habíamos visto alguna pieza suelta hasta ahora. Pero en los tiempos que corren esta muestra es especialmente significativa por la apuesta decidida que se hace por el dibujo, y además a través de un medio técnico no precisamente muy ortodoxo entre los academicistas, como es el bolígrafo, con el que Lumbreras obtiene resultados más que notables. Dado que las esculturas están hechas con papel encolado, estamos ante una exhibición en la que, como bien dice Lourdes Alda, se aúnan «los dibujos de papel y los papeles con dibujos». Antes que cualquier otra cosa, estos dibujos nos indican que el universo estético de Lumbreras se asienta sobre bases sólidas desde el punto de vista plástico, sobre todo por la capacidad visual de síntesis respecto de la realidad, o por la claridad racional con la que concreta sobre el papel sus propias elucubraciones, casi siempre alusiones irónicas a recuerdos infantiles, y en segundo lugar por su tratamiento del espacio, estableciendo un diálogo muy fructífero, equilibrado y armonioso entre las masas y las zonas en blanco, en ocasiones, como en Invierno, primavera, verano, otoño, con una filiación estética muy oriental, tanto por la elegancia, sutileza e incluso eliminación de lo accesorio. No cabe duda que, además de las evocaciones personales, tratadas con humor y desenfado, hay alusiones a la muerte, la enfermedad, la relación entre las personas y la lucha personal por la propia supervivencia, lucha agónica en un mundo que trata de uniformizar a los individuos. El lenguaje del cómic, del cine y el imaginario colectivo de las fábulas, de los cuentos de hadas y de algunos escritores dilectos del pintor están aquí muy presentes, caso de Carroll. Sobre las esculturas, asimismo plenas de simbolismo y de referencias alegóricas y metafóricas a nuestra propia condición humana, habría que ponderar sobre todo su exquisita ejecución, su soltura en el manejo de los materiales, del alambre y del papel encolado, con el que viste minuciosamente a sus diminutas criaturas, pero sobre todo destaca su ingravidez, su elegancia sutil y aérea, la compleja y, sin embargo, aparentemente fácil relación entre unos personajes y otros, todo un catálogo de variadísimas, muy estudiadas y logradas posturas. © Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 17 de diciembre de 2004
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