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Los polisémicos objetos de Chema Lumbreras Escultura e instalación. Chema Lumbreras. Centro de Arte Contemporáneo. Málaga. C/ Alemania, s/n. Hasta el 4 de septiembre de 2005. Inmerso desde hace varios años, aunque sin abandonar el dibujo y la pintura, en la escultura y en la instalación, la exposición que el CAC Málaga dedica a Chema Lumbreras (Málaga, 1957) es un recuento de sus últimos trabajos en la forma tridimensional, caracterizados por la habilidad en el manejo de los materiales, el acentuado sentido del ritmo y del movimiento, la profundización en el concepto de espacio como vacío y como lugar habitado por conceptos opuestos, la preponderancia de la idea y de la reflexión sobre la materia y la omnipresencia del símbolo, la metáfora y la paradoja como recursos intelectuales del discurso. Lo primero que sorprende es la destreza en la elaboración de los diminutos personajes que componen sus obras, hechos de alambre y de papel encolado, pero de tal modo que, no sólo doblan y articulan sus miembros en las más variadas posturas y contorsiones, sino que se nos presentan cuidadosamente vestidos con ropas multicolores, lo que proporciona una visión de intenso cromatismo a sus danzarinas composiciones. Si puede hablarse de una pieza que sintetiza admirablemente su preocupación filosófica, quizás haya que referirse a La farmacia de Platón II, mientras que los intereses plásticos se condensan más adecuada y ampliamente en Pelotización. La primera es una instalación cuyo título es idéntico al de un ensayo de Jacques Derrida, a su vez una interpretación en parte de algunos de los pensamientos contenidos en el Fedro de Platón. Especialmente la enigmática presencia en el texto platónico del término pharmacon, el cual puede ser entendido tanto como remedio o elixir, o como veneno o droga, un término, a fin de cuentas, que se incluye en un pasaje del diálogo en el que el filósofo griego trata de argumentar la supremacía de la lengua hablada sobre la escritura. Esta última nos fascina y nos hechiza, como si se tratase de una droga, pero no es más que pura apariencia desprovista de vida, por mucho que la rodee un halo de respeto por proporcionarnos instrucción y ayudarnos a recuperar la memoria. Quien mejor ha glosado el texto platónico posiblemente sea Ortega y Gasset en Misión del bibliotecario (1935), en cuyos párrafos finales afirma que «la escritura, al fijar un decir, sólo puede conservar las palabras, pero no las intuiciones vivientes que integran su sentido». Dicho de otro modo: «cuando se lee mucho y se piensa poco el libro es un instrumento terriblemente eficaz para la falsificación de la vida humana». Tanto en la primera versión como en la segunda de la obra de Lumbreras hay un personaje con cuerpo de hombre y cabeza de rata que, sentado sobre un bote de pastillas (¿el seductor veneno de la apariencia?), parece reflexionar, no sobre el sentido de la existencia, sino sobre su condición en el mundo, incluso podríamos decir que sobre la rectitud y moralidad de su comportamiento, o sobre la integridad de su yo. De esta manera se cierra el círculo sobre el complejo y abierto significado de la instalación. La segunda obra, Pelotización, está marcada por la incidencia de la luz y de sombra, por la flexible plasticidad de las figuras, por la presencia aparente del vacío y por la calculada coordinación de movimientos entre los personajes, algo que también puede observarse en La vida robada. Estamos ante una metáfora del discurrir de la vida del hombre en pos de un anhelo inalcanzable, o quizás ante la imagen del deseo insatisfecho de recuperar los recuerdos, de rememorar la infancia, un tema que casi siempre suele tener cabida en la obra de Lumbreras. Influido por el cómic, por el cine, la fotografía, los cuentos de hadas, y, ahora, más específicamente por el pop y el arte objetual, Lumbreras también se vale de la ironía como medio de analizar la situación del hombre en el mundo. Pero, ¿por qué la presencia de las ratas o esa cabeza de ratón en sus figurillas humanas? A diferencia de lo que suele ser general en Asia, donde la rata es un animal de buen augurio, con la excepción de uno de los cinco libros canónicos chinos, el Yi king, donde encarna la imagen de la avidez, del temor, de la actividad nocturna y clandestina, en Europa la rata goza de un prejuicio desfavorable, estando asociada a nociones de avaricia, parasitismo y miseria. Temor al esfuerzo inútil, avaricia de bienes de consumo y miseria moral que bien puede trocarse en alienación son otros tantos aspectos de la exploración de Lumbreras acerca del comportamiento de sus semejantes.
© Enrique Castaños Alés Publicado originalmente en el diario Sur de Málaga el 8 de julio de 2005
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